—Zhan —, suspiró Yibo, —Eres mi novio. Estoy enamorado de ti. Puedes quedarte en mi casa cuando quieras.

—Está bien. Te amo.

Yibo sonrió.

—Me gusta oírte decir eso.

—Me gusta decirlo.

—No puedo esperar para volver a casa contigo.

—Todavía quedan muchos partidos por delante, Wang.

—Lo sé.

—Gánalos todos y luego ven a casa conmigo. Te daré lo que necesites cuando vuelvas.

La voz de Zhan se había vuelto más baja, y Yibo se estremeció un poco.

—Lo que necesite, ¿uh?

—Mm. Piensa en eso.

—Lo haré —. Exhaló. —Mierda, ojalá tuviera mi propia habitación esta noche.

—Así es. Podrías haber montado un espectáculo para mí.

—Quiero hacerlo —, dijo Yibo. —Por ti.

—¿Has hecho eso antes? —Zhan preguntó. —¿Dejar que alguien vea cómo te corres?

—No. Nunca —, respiró Yibo. —Pero quiero hacerlo. Por ti.

—Me gustaría eso. Me gustaría mucho. Ahora me estoy imaginando a ti, todo acostado...

—Zhan —, advirtió Yibo. — No lo hagas. No puedo excitarme.

—Pero lo estás, ¿no? Apuesto a que te estás poniendo duro ahora mismo.

Yibo maldijo en voz baja porque Zhan no se equivocaba

—Yo también —, ronroneó Zhan. —Dime qué te gustaría hacerme.

—No. Basta.

—Bien. Me tumbaré aquí en tu cama y podremos hablar de lo que quieras.

—Gracias —, dijo Yibo. —¿Estás desnudo?

Zhan se rio.

—Sabía que no serías capaz. Todavía tengo los calzoncillos puestos.

Yibo juró de nuevo. No iba a masturbarse en la sala de reuniones del hotel. Él no era tan raro.

—Realmente no puedo hacer esto ahora.

—Está bien —, dijo Zhan. —Yo puedo.

—Zhan...

—Shh... Sólo háblame —, dijo, su tono se desvió un poco. —Me encanta tu voz, Yibo. Dime qué hacer.

Yibo amaba y odiaba este plan. Le encantaba porque era jodidamente caliente. Lo odiaba porque se iba a quedar con una erección muy incómoda.
Miró hacia la puerta de la sala de reuniones y luego bajó la voz.

—¿Te estás tocando?

—Sí. Estoy jodidamente duro. Dime qué hacer —, dijo Zhan, —cariño. 

—Dios —. Yibo se ajustó a través de sus pantalones de chándal. —Muy bien. Ve despacio. No te quites los pantalones cortos. Todavía no.

Pudo notar que Zhan estaba sonriendo cuando respondió.

—Muy bien. Me estoy frotando muy suavemente. Se siente bien.

Yibo podía imaginarse la gruesa erección de Zhan haciendo fuerza contra la tela. Podía imaginarse a Zhan, casi desnudo, tumbado en su cama, con los ojos cerrados y pensando en Yibo.

S5.Where stories live. Discover now