No vale la pena.

Intercambió su lugar con Yibo en el baño y se aseó. Inspeccionó la marca que Yibo le había dejado. Yibo no había bromeado sobre lo grande que era, pero Zhan estaba muy contento con ella.

Volvió al dormitorio, donde Yibo ya llevaba puesto la mayor parte de un llamativo traje gris.

—Aprecio el código de vestimenta de la CHN para los viajes de los equipos —, dijo Zhan.

—Es lo que nos diferencia del resto —, refunfuñó Yibo.

Mientras Zhan recuperaba su ropa interior del suelo, Yibo dijo: —Anoche dijiste que conocías algunos buenos clubes.

—Sí —, dijo Zhan. Yibo había vuelto a decir algo que no esperaba en absoluto. —Lo dije.

—Estaba pensando ¿Vas... A clubes a menudo?

—No, en realidad no. No desde hace tiempo.

Yibo pareció relajarse un poco, lo cual era extraño.

—Oh. Está bien. No es nada, de todos modos. Olvida que he dicho algo.

—Yibo —, dijo Zhan. —¿Intentas preguntarme si he salido con otros hombres mientras hemos estado...?

—¡No! —Dijo Yibo, demasiado rápido. —Quiero decir. Supongo que sí. Sí. Pero no porque… no puedo a decirte que no lo hagas. Sé que no estoy siempre disponible.

—Yibo —, dijo Zhan de nuevo. Se acercó por detrás de él y rodeó con sus brazos el ridículo pecho de Yibo.

—Lo siento —, dijo Yibo. —No soy... celoso. Yo sólo... No sé cómo funcionan estas cosas.

—No hay reglas —, dijo Zhan. —A menos que establezcamos algunas. Pero no necesito ninguna.

—De acuerdo.

—No he estado con nadie desde que nos conocimos. Sólo para que conste.

—Yo tampoco.

Zhan sonrió.

—Sí, no me digas.

Yibo también sonrió, luego se giró y besó a Zhan.

—Eres suficiente para mí —, dijo Zhan. —Más que suficiente. No tengo ningún problema en esperarte.

—Sé que es una tontería, pero me alegra mucho oírlo —, dijo Yibo.

—No es una tontería. Y para ser sincero, creo que estoy desarrollando una adicción al sexo de reencuentro.

Zhan dejó que Yibo terminara de hacer la maleta mientras se vestía. A las dos menos cinco, Yibo se despidió de Zhan con un beso en la puerta.

—Mándame un mensaje cuando quieras —, dijo Yibo, —Y yo llamaré todo lo que pueda. Podemos hablar por videollamada. Tal vez incluso...

—Sí. Me gustaría —. Zhan lo atrajo hacia otro beso. Era tan difícil dejarlo ir. Más difícil de lo que nunca había sido antes.

—De acuerdo, dijo finalmente Yibo, recogiendo su maleta. —Nos vemos. Nueve días.

—Nueve días.

—Adiós.

—Adiós.

Yibo se marchó rápidamente antes de que ninguno de los dos pudiera alcanzar al otro de nuevo. 

Zhan suspiró.

Se sorprendió cuando, unos minutos después, la puerta hizo clic y se abrió. Yibo se deslizó dentro, con la mirada un poco perdida.

S5.Where stories live. Discover now