Yibo suspiró.

—Demasiados lugares. Vuelos cortos, al menos.

—¿Sí? Eso es bueno —, dijo Zhan. Luego, sin ninguna razón en particular, añadió: —Nunca he estado en un avión.

—¿En serio?

—Lo digo en serio. Nunca he tenido ningún sitio al que ir, de verdad.

—¡Oh, Zhan! Y tú estudiaste historia, ¡Hay tanto que deberías ver!

Zhan se encogió de hombros.

—Supongo que algún día lo haré.

—Me encantaría llevarte a algún sitio —, dijo Yibo.

Entonces Yibo estaba sobre él. Había tirado a Zhan hacia atrás sobre el colchón y lo estaba cubriendo, todo en un rápido movimiento.

Yibo lo besó, feroz.

—Te voy a echar de menos. Así. Jodidamente. Mucho —. Movió su boca por el cuello de Zhan, raspando los dientes.

—Dame algo —, balbuceó Zhan. —Dame algo para recordarte.

Yibo aspiró un poco y presionó su endurecido miembro contra la cadera de Zhan. Luego selló su boca a la tierna carne justo por encima de la clavícula de Zhan y chupó con fuerza. Zhan se retorció felizmente bajo el peso de Yibo mientras éste lo sujetaba y lo marcaba.
Yibo se apartó lentamente, admirando su trabajo.

—Esto debería durar —, dijo. —Tal vez incluso hasta que regrese.

—Eso espero —, dijo Zhan débilmente.

Yibo pasó el pulgar por la marca. Sus ojos estaban desorbitados de lujuria.

—¿Para qué más tenemos tiempo? —Preguntó Zhan.

—Cualquier cosa. Joder, déjame... follarte.

***

—Zhan... —Yibo jadeó. —Mierda. Santa...

Zhan se tumbó jadeando en la cama, intentando volver en sí.

—Sí. Sí, Yibo.

Yibo se apartó de él y cayó junto a él en la cama. Zhan le agarró la cara y lo besó vertiginosamente. No podía dejar de sonreír. Se sentía desquiciado. Se sentía... como un hombre muy enamorado.

Yibo rozó con sus dedos la marca que había hecho en la piel de Zhan en la base de su cuello.

—¿Fue demasiado? —, preguntó. —Es más grande de lo que pensé que sería...

—No —, dijo Zhan, cubriendo su mano. —Es perfecto. Gracias.

—Todavía no lo has visto —, dijo Yibo con cariño.

—No me importa. Me encanta —. Te amo.

Yibo lo besó de nuevo, y luego suspiró.

—Tengo que terminar de empacar.

—¿No puedes decir que estás enfermo? —Zhan se burló.

—Sí, sí. Muy bien, Xiao.

Se bajó de la cama y entró al baño, dejando a Zhan solo mirando el techo. Antes de que Yibo se fuera por nueve días, ¿Debería Zhan simplemente... Decirle lo que sentía?

Sacudió la cabeza. ¿Y si era demasiado? Tenía que ser demasiado, ¿No? Si le decía a Yibo que estaba enamorado de él ahora, Yibo tendría una semana lejos de él para pensar en lo raro que era eso. Zhan podía imaginar a Yibo regresando de su viaje para decirle que no iba a funcionar entre ellos. Era devastadoramente realista en su mente.

S5.Where stories live. Discover now