La Catedral del Tiempo II

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Éramos ocho al principio, cuando desperté de la caída tan solo quedábamos cuatro. Dos de nosotros habían muerto en la batalla con el dragón, otros dos murieron por la caída, cayeron en mal lugar. Los que quedábamos vivos caimos en el lomo del Dragón. Todo estaba oscuro, húmedo y se escuchaba el sonido de algo goteando por algún lado. Se podía oler el miedo de nosotros, asustados sabiendo que ya no había vuelta atrás. Miramos hacia arriba y el piso de la Catedral estaba destruido, seguramente era una caída de al menos diez metros.

Los músculos y huesos nos dolían, a algunos de la batalla, de la caminata o la caída, pero a fin y a cabo estábamos en malas condiciones para seguir. Decidimos esperar un par de minutos antes de seguir, descansar un poco aunque sea y curarnos las heridas, lamentablemente el que sabía hechizos de sanación era Kirk y, lamentablemente... que en paz descanse.

En estos momentos ya ni siquiera podía pensar con claridad, había algo en ese lugar que no me lo permitía. Peter nos avisó de que había una salida, una especie de "barricada" tapando una entrada o salida hacia otro lugar, había tallado en esas tablas la palabra "Catacumba", seguramente estábamos en una. Según los famosos libros de terror de esa época, decían que en las catacumbas los muertos enterrados allí, revivían ante la presencia de intrusos, esperemos que no sea así.

Luego de haber tomado ese descanso, nos decidimos aventurar, una vez más, hacia el peligro, era morir por curiosidad o morir de hambre en el mismo lugar. Rompimos las tablas, fueron facil de quebrar debido a la humedad, estaban podridas, de milagro la palabra tallada era aún legible. Un túnel, detrás de las tablas se encontraba un largo y oscuro túnel. Las paredes eran de tierra, se podían ver las raíces saliendo de ellas. Gusanos y otros insectos se arrastraban por las paredes. Encendimos una antorcha que nos quedaba y caminamos por el túnel.

Los sonidos que se escuchaban atrás poco a poco se silenciaban, las gotas que antes caían constantemente, sólo se escuchaba cinco o siete veces por minuto. Una pequeña brisa de aire provocaba un débil sonido, como el de una flauta. Seguíamos caminando, más de cinco minutos estuvimos atravesando el túnel, cada vez se sentía más frío, la humedad que había allá adentro sobrepasaba el calor de nuestra antorcha. Luego de casi diez minutos de caminata por fin el túnel comenzó a hacerse más ancho.

Al salir del túnel, nos encontrábamos ante una puerta, esta era como de una casa, tenía una aldaba incluso. Nos miramos las caras y, ante ninguna otra propuesta decidí tocar la aldaba. La aldaba estaba bastante oxidada, me costó un poco utilizarla - Knock knock -
No se escuchó ningún tipo de respuesta del otro lado, ni siquiera se abrió la puerta o ocurrió algo más. La desesperación nos ahogaba, al final del túnel no se encontraba nada, solamente nos quedaba morir de hambre o del frío. Pero, cuando más necesitábamos alguna señal, se sintió como la puerta se desbloqueaba. Nos quitamos las lágrimas de los ojos y Peter abrió la puerta
.
Al parecer no era la puerta de una casa, sino que de las catacumbas, asi que el cartel tallado de las tablas de al principio del túnel era cierto. Centenares de ataúdes de piedra se encontraban a los laterales de esa sala, fácilmente la sala de los ataúdes era el doble, no, el triple que el largo de la Catedral. La única luz que había en todo aquel cementerio era la de nuestra antorcha, las raíces del techo pasaban a lo largo de los ataúdes, estos estaban apilados hacia arriba en una sola ilera. Estaban separados por pequeñas losas, que hacían que cada ataúd se puediera abrir, seguramente era para introducir los cuerpos. Entre ataúd y ataúd había alrededor de un metro de altura, contamos los ataúdes y había diez en cada "columna" de ataúdes.

Lamentablemente ninguno de nosotros se sabía la historia de Doxa a la perfección, sino, seguramente hubiesemos sabido a que se debe la cantidad tan exagerada de cadáveres. Quizás era de algún ejercito de los tiempos de antes de la primera civilización, en los tiempos de la Gran Guerra. Casualidad era que todos a la vez nos miramos las caras con espanto, ¿Quién o qué abrió la puerta?

Historias de LeyendaWhere stories live. Discover now