—Gracias —. Yibo sonaba como si realmente lo apreciara—. Me sentí bien con eso.

Sonrió a Zhan, a quien se le secó la boca. Encendió la batidora antes de que pudiera decir algo estúpido como: ¿A qué saben tus abdominales?

—¿Sólo hoy? —preguntó Yibo mientras Zhan le entregaba lo de siempre.

—Sí, eh, se suponía que iba a trabajar con alguien, pero llamó enfermo. No creo que esté realmente enfermo. Es un poco perezoso —. Zhan se encogió interiormente al decir esto. Como si a Wang Yibo le importaran una mierda sus compañeros de trabajo. 

—Siento oírlo —, dijo Yibo. —He tenido compañeros de equipo así.

Zhan se rio, porque ¿Estaba Wang Yibo comparando seriamente sus dos líneas de trabajo?

—¿Te importa si me tomo esto aquí? —preguntó Yibo, como si no hubiera mesas y sillas justo al lado. —Es que... tengo que leer algunos correos electrónicos —. Sacó su teléfono del bolsillo y lo agitó en el aire.

—Por supuesto, sí —, dijo Zhan, sin poder creer su suerte. Yibo se sentó en una de las mesitas del bistró de espaldas a la puerta (y de cara a Zhan). Zhan se esforzó por no quedarse mirándolo mientras Yibo se desplazaba por los correos electrónicos de su teléfono, sorbiendo de vez en cuando de su batido azul. Parecía que se lo bebía muy despacio.

Después de quince minutos, Zhan dejó su puesto detrás del mostrador y se puso a trabajar limpiando mesas que no necesitaban ser limpiadas en absoluto.
Cuando estuvo en la mesa contigua a la de Yibo, se arriesgó y rompió el silencio.

—¿Estás seguro de que esto no va a estropear tu juego? ¿Romper la rutina así?

—¿Qué? Oh, no. No tengo que hacer todo igual. Quiero decir, no soy tan obsesivo.

—Claro —, dijo Zhan, con una pequeña sonrisa.

Yibo sonrió e incluso se rio.

—Probablemente parezco raro, ¿no? Actuando como si éste batido fuera una poción mágica o algo así.

Zhan se encogió de hombros.

—He leído sobre los atletas. Están todos un poco locos, ¿verdad? Ponerse los uniformes de una manera determinada, no cambiarse los calcetines, no afeitarse...

Yibo le señaló con un dedo acusador.

—¡Oye, sólo en los playoffs, y esa es una tradición consagrada!

—Totalmente normal, entonces.

Zhan no podía creer lo que estaba a punto de hacer, pero tenía que probar las aguas. Sólo un poco.

—No digo que me moleste —, dijo, con la mayor naturalidad posible. —Ustedes siempre parecen tan robustos cuando levantan la copa. Como un grupo de leñadores calientes.

Ya está. Entonces, solo lo había sacado afuera.

Yibo le miró, y Zhan podría jurar que el fantasma de una sonrisa pasó por sus labios.

Pero entonces Yibo se levantó bruscamente, y la sonrisa desapareció.

—Bueno, debería irme.

Zhan quería morir. Acababa de coquetear con Wang Yibo y ahora Yibo se iba a ir para siempre porque, ¿qué demonios, Xiao?

—Gracias de nuevo, Zhan —, dijo Yibo. Fue más amable de lo que Zhan merecía.

Pero, cuando llegó a la puerta, Yibo se detuvo y se volvió.

—¿Te gustaría ir al partido ésta noche?

—¿Qué?

—Nadie está usando mis entradas. Podría darte dos, para que puedas traer... a alguien... si quieres.

S5.Where stories live. Discover now