I-¡Por fin 18!

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Narra Alyson

"Corrí sin descanso internándome en el bosque. Mi corazón latía desbocado y mis piernas parecían de plomo. Las raíces de los árboles, que crecían con desorden bajo la tierra entorpecían mi huida. Las ramas en cambio eran el instrumento de mi tortura, que como afiladas cuchillas rasgaban mi vestido y mi piel. No me atrevía a mirar hacia detrás. Perdida en mis pensamientos, en un descuido tropecé y caí al suelo con fuerza. Intenté levantarme, pero el cuerpo no me respondía. Maldije entre dientes mientras contemplaba con horror cómo la tierra se abría bajo mis pies. Traté de agarrarme a algo, pero fue en vano. Ni mis gritos de desesperación ni mis esfuerzos por no caerme impidieron lo inevitable. Ya sin fuerzas para luchar, caí hacia abajo, hacia ese abismo sin fondo... hacía la entrada al mundo de la oscuridad."

Me desperté jadeando y sudando mientras un escalofrío recorría mi espalda. Respiré hondo y miré a mi alrededor. Seguía en mi habitación, en mi cama, y solo eran las cuatro y media de la mañana. La lluvia repiqueteaba contra la ventana provocando un ruido continuo y pesado, pero salvo eso no había nada extraño. Entonces, ¿qué era eso que acababa de sentir? Había notado la extraña presencia de algo o alguien pasando por mi casa. Al parecer todo había sido un sueño, pero parecía tan real. Me dejé caer en la almohada de nuevo dispuesta a seguir durmiendo, pero me fue imposible. Había sido un sueño muy raro, ¿qué hacía yo huyendo por un bosque? ¿De quién huía? ¿Qué hacía vestida como una princesa de la edad media? No lo sabía. No entendía cómo podía haber tenido ese sueño. Aunque había sido una escena sin pies ni cabeza como las que soñaba mucho últimamente, por alguna razón me había dejado muy nerviosa e inquieta.

Decidí dejarlo estar y seguir durmiendo. Tenía que estar descansada para dentro de unas horas. ¡23 de febrero!. Al fin y al cabo solo se cumplían 18 años una vez en la vida.

Narra Austin

Observé cómo caía la lluvia a través de la ventanilla. Mi mal humor iba en aumento, no me gustaban los días de lluvia, no desde ese día. Llevaba cinco horas en coche, eran las cuatro y algo de la madrugada y me sentía realmente cansado. Mi malestar se debía notar mucho, porque mi mayordomo enseguida se dio cuenta de que me pasaba algo.

- Señor Scott enseguida llegaremos a su casa. ¿Os puedo ayudar en algo?

- No me pasa nada. Estoy bien. Pero por favor llámame Austin, esto es España, aquí no tienes que seguir las reglas impuestas por mi padre.

- Está bien... Austin...como queráis.

Esbocé una leve sonrisa al ver lo extraño que le resultaba pronunciar mi nombre. La verdad es que todo esto era culpa de mi padre. Desde que le dio por que todo el mundo debía tratarme con respeto llamándome "señor Scott" nadie había vuelto a pronunciar mi nombre. Ni siquiera él. Echaba mucho de menos a mi madre, se notaba que sin ella nuestra casa estaba vacía, faltaba su cariño, faltaba alegría, faltaba ella...

Meneé la cabeza con fuerza. ¿Qué hacía pensando en eso? No. Debía concentrarme, mi padre me había mandado aquí a petición del Consejo. Habían decidido que yo era el mejor candidato para esta misión, dar caza al último de los nefilim. Los hijos entre ángeles y humanos habían sido prohibidos hace mucho, pero al parecer alguien había infringido las leyes. Y mi deber como hijo del arcángel más importante era castigar a ese nefilim... con la muerte.

Andaba perdido en mis pensamientos cuando noté la esencia de un gran poder. Giré la cabeza rápidamente, pero solo distinguí una calle de chalets. ¿Qué había sido eso? ¿Acaso eran alucinaciones producidas por mi cansancio... o había algo más? Apoyé la cabeza en el respaldo y acabé por quedarme dormido.

Narra Alyson

El molesto ruido del despertador me despertó. Me levanté con pereza, sí que tenía que ser gafe. Era el día de mi cumpleaños y tenía un examen de física. Bueno, al menos ya era viernes. Me froté los ojos para mirarme en el espejo. Mi cara de sueño se transformó en cuestión de segundos en una mueca de asombro y pánico. La persona que reflejaba el espejo no era yo, más bien... sí era yo, pero... tenía alas y en vez de mi pijama, llevaba un vaporoso vestido de princesa, como el que había soñado anoche. Volví a frotarme los ojos con fuerza y me miré otra vez en el espejo. Al parecer había sido una alucinación. Suspiré de alivio y me puse a hurgar en el armario. Encontré mi sudadera negra y estampada con la palabra "LOVE" y la combiné con unos vaqueros azules y unas Vans también negras. Intenté hacerme una coleta pero al final opté por dejármelo suelto. Si no me daba prisa en este mundo dejaría de existir una tal Alyson

- ¡Alyson! - oí que mi madre me llamaba por tercera vez.

- ¿Sí mami? - Contesté asomando la cabeza por la puerta.

- Mira que eres tardona, ¿no tenías examen a primera hora? - preguntó

- Sí, pero aún me queda tiempo. No te preocupes. - contesté cogiendo la caja de cereales.

- Claro que no se tiene que preocupar, porque hoy voy a hacer el grandísimo favor de llevarte al instituto. - la voz de mi hermano diciendo eso hizo que casi se me cayeran los cereales al suelo.

- ¿Qué? - pregunté entre risas. - ¿Te has ofrecido a llevarme a clase tú solo?

Mi hermano puso los ojos en blanco y bajo las carcajadas de mi madre y mías, afirmó con la cabeza.

- Bueno Alyson... entonces deberías darle las gracias a tu hermano ¿no? - dijo mi madre guiñándome un ojo. - Y deja los cereales en su sitio que hoy he preparado tortitas rellenas de chocolate con sirope y nata.

- ¡Gracias! - Chillé abrazando a mi madre.

Después de terminar el desayuno corrí a por mi parca verde oliva y subí al maravilloso Peugeot 508 RHX negro de mi hermano. Desde luego hoy iba a ser un día estupendo.

O eso creía yo...

Este capítulo va dedicado a la chica más kawaii que conozco @Phany10

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⏰ Last updated: Apr 23, 2015 ⏰

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