⚜Capítulo I⚜

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Capítulo I

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Capítulo I

Duskendale era un lugar que despertaba temor en todos aquellos que escuchaban su nombre. Lejano e inaccesible en algunos puntos, era un sitio rodeado de misterio y un mal nombre que no habían logrado limpiar en centurias. Las leyendas hablaban de un rey maldito, de tierra ennegrecida con sangre y de un eterno invierno que había congelado la sangre de sus habitantes, convirtiéndolos en personas frías y crueles. El comercio con Duskendale era limitado y todo lo que de allí provenía era extremadamente caro y raro. Nadie sabía mucho de ellos, no conocían sus fuerzas, ni la cantidad de sus habitantes, lo que los hacía aún más temibles como enemigos. Los mercaderes lo llamaban el "valle del crepúsculo" y tenían razones para hacerlo. Al estar tan al norte del continente, el sol brillaba sobre esas tierras sólo unos pocos meses al año y luego, todo lo cubría una oscuridad perpetua.

La gente hablaba de ellos en voz baja, como si la sola mención del nombre trajera consigo alguna desgracia. Por eso, cuando el heraldo anunció quienes era sus invasores, la sangre de Natasha se heló en sus venas. Duskendale era un nombre maldito para ella, el nombre del último sitio que había visto a sus padres con vida y del que nunca regresaron. Su padre era un diplomático consumado, un hombre de paz. Durante su niñez fue testigo de cómo la guerra diezmó el continente y por eso, vivía con el temor de que una nueva gran guerra volviera a manchar de sangre y miedo sus tierras. La "Guerra del Millón de Lágrimas" como la llamaron los libros de historia, se cobró tantas vidas que, incluso, logró borrar del mapa a los principados más pequeños, convirtiendo sus antiguos señoríos en ruinas y sus campos en desiertos abandonados a su suerte, llenos de alimañas y bandidos.

Por eso, había intentado elaborar tratados de paz con todos los reinos vecinos, decidido a evitar a toda costa una guerra como la que se llevó a su padre y que convirtió a su país en una ruina hasta que él tuvo edad para tomar las riendas de su reino. De hecho, fue en medio de esas negociaciones que consiguió una alianza matrimonial para su hija. Al principio, se habló de casar a Natasha con el rey de Duskendale, un hombre joven y poderoso, pero, su primer ministro, el duque Pierce le recordó que Duskendale era un reino demasiado remoto como para ofrecer algún beneficio a sus tierras. Una alianza con ellos no sería bien vista por los reinos vecinos y era mucho mejor mantener una relación cordial con ellos que con un reino más bien pequeño y perdido en medio de las montañas.

Fue así como apareció el nombre de Bruce Banner como un buen candidato. Les aseguraron que era el heredero de Eastwatch y que, la alianza con su reino les abriría los caminos a los puertos manejados por la familia Banner, ampliando sus rutas comerciales a niveles nunca antes vistos. Los padres de Natasha, encantados con la idea, aceptaron de inmediato y, con ese asunto zanjado, los reyes dejaron a su hija al cuidado del primer ministro y siguieron su recorrido por los reinos del continente, firmando tratados y pactos de paz que asegurarían la prosperidad del continente por cien años más. Duskendale era el último destino en su larga gira. De allí recibió Natasha la última de sus cartas y de allí llegó un mensajero de capa negra bordada de plata a anunciar el triste deceso de los reyes de Elbright.

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