No quería perderte, Nanno

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Una silueta femenina que se perdía en la distancia, unos profundos ojos que veían lo más íntimo de sí y una sonrisa enigmática. Esos habían sido los sueños de TK.

Ella era especial. Fue la primera persona en acercarse a él, en no juzgarlo; era un lazo único el que habían desarrollado.

En esa galería de objetos robados, le dijo un camuflado adiós, del que solo fue testigo la ruidosa lluvia que empapaba la ciudad esa noche. La vió irse, casi dando por sentado que la vería luego, pero sintiendo inquietud en su corazón. Nunca sabía qué haría ella luego.

Era todo demasiado peculiar. TK no sabía con exactitud lo que se suponía debía sentir. Había recuperado a su padre, sí, pero también se le había sido arrebatado algo. Robó para llamar la atención de su progenitor, pero alguien acabó llamando la de él.

¿Quizá había sido una especie de karma? Él le había quitado cosas a la gente, pagó por eso. También podía ser un intercambio justo: tuvo de regreso a alguien, mas perdió a otra persona.

Inhaló y exhaló un par de veces, sentado tranquilamente en el borde de su cama. Observó el escritorio que se situaba a su derecha y dudó antes de finalmente dirigirse a este.

Tomando la pluma tembloroso, agarró también un sobre de papel que estaba ahí. No, claro que no era la primera vez que tenía esa idea, pero no por sobrepensarla dejaba de ser ridícula. Una parte de su corazón lo sabía, sabía que él jamás la vería de nuevo y ella no tendría la oportunidad de leer su carta.

Solo llevaba dos palabras, de momento: «Querida Nanno».

Demonios. Esto era más que difícil. Comenzó a escribir lo siguiente, pero era muy forzado. Volvió el papel una bola y lo tiró al cesto de basura. Agarró otra hoja de su última libreta robada.

«Querida Nanno,

Soy yo, TK. ¿Cómo has estado?»

¿Sonaba mal? Quizá era algo de lo que ella se burlaría.

Oh, no. Había notado otro detalle: esa hoja tenía diseño de flores en el margen. Si la viese, Nanno la tiraría sin siquiera leerla.

Sacó otro cuaderno —esta vez comprado—, decidido a repetir el ejercicio. Esa práctica continuó todas las tardes y pedazos del día. Su padre a veces preguntaba el porqué de su interés repentino en la escritura.

Dos meses. Eso se tardó. No sabía si estaba bien hecha, pero expresaba lo que sentía cuando ella estuvo a su lado.

Quizá era toda una porquería cursi, pero… tenía amor. Probablemente la quemaría luego.

«Querida Nanno,

Ha pasado un tiempo, pero te extraño como el primer día que no te encontré en la escuela. ¿Tú también me extrañas?

Se siente raro hablarte por medio de un papel. Quisiera volver a estar contigo, ir a cualquier lado y divertirnos.

Te busqué. No tienes redes sociales ni ningún lugar para contactarte. Soborné a la escuela para obtener tu información, pero nada. Es como si realmente nunca hubieses existido. Podrías ser un producto de mi cabeza, aunque no sé si mi mente sería capaz de crear a alguien tan increíble.

Bueno, en otras novedades: ya no robo. Lo hacía por atención, por lo que no es necesario seguir con ese hábito. Si volvieses, no podrías divertirte conmigo. Lo siento.

El principal objetivo de esta cosa es decir una palabra para ti: gracias. Gracias por todo, Nanno. Jamás me alcanzará la vida para agradecerte.

Es cierto que por ti acabé en el centro de detención, pero si no hubiese sido así, mi padre no estaría aquí. En su momento me sentí dolido, traicionado. Ahora sé por qué lo hiciste y me alegra que haya sido así.

Eres la primera persona a la que amé cuando estaba solo, incluso más que a mi padre. Cuando volví a la escuela y me enteré de que habías sido transferida, se me partió el corazón. Ni siquiera un adiós. La vida me castigó, quizá; el peor castigo para un ladrón es que le quiten algo, si lo piensas bien.

Yo tenía razón. Eras y seguramente sigues siendo el tipo de chica que se va una vez se divierte, pero yo estaba bien con eso, lo sigo estando. Me gustaría que las promesas fuesen reales.

Una cosa era más que cierta: No quería perderte, Nanno. Ya no estás, pero siento que no lo he hecho.

Es probable que nunca te vuelva a ver, pero no quiero que te vayas. ¿Puedes seguir viviendo en mi memoria? Quiero recordar todo lo vivido junto a ti. No quiero olvidarme de cuando nos reíamos, estábamos juntos o de aquel beso que me diste en la azotea. Sé que mientras eso viva, tú nunca me dejarás.

Te quiero, Nanno, te quiero mucho. Espero volver a verte algún día. Conservaré la esperanza de darte esta carta.

Con amor, TK».

Era la décima vez que la releía. Se sentía tonto por guardar la ridícula esperanza de que algún día ella la leería también, pero esa ilusión lo hacía más que feliz.

Ya era hora de dormir, por lo que dejó su creación en el escritorio. Cerró la ventana y se acurrucó entre las sábanas de su cama. En su mente no dejaban de aparecer miles de escenarios en los que ella aparecía, con todos los detalles que la conformaban.

TK se levantó al día siguiente. Desayunó como cualquier otro sábado y planeaba salir un rato. Al pasar por su escritorio, notó algo: la carta ya no estaba. Comenzó a buscar a los alrededores del lugar, preguntándose qué había pasado. Su papá no estaba, nadie más que él se hallaba en casa en ese momento.

No notó la ventana abierta, que había sido intencionalmente dejada de ese modo por alguien que quiso hacer notar su presencia.

El karma también puede ser para bien. Puedes dar amor y te pueden devolver amor. Eso era lo justo.

Ella sabe. Nanno sabe muchas cosas. Quizá en su próxima visita, se haría ver; nada se lo prohibía.

Ahh. Estoy feliz de hacer esto. Sé que quizá nadie lo lea, pero tenía que quitarme las ganas de escribir algo de estos dos. <3

Quizá TK apareció solo en un capítulo, pero es un gran ladrón. Logró robarse mi corazón, al menos. <,3

En fin, ¡chau! ♡

En fin, ¡chau! ♡

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No desaparezcas; TKNannoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora