Uno ᨳ Heather.

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- De ninguna forma haremos el proyecto en tu casa. - sentenció el omega después de haber intercambiado palabras con el alfa que tenía enfrente.

- Entiendo, en mi casa hoy en la tarde, lo tengo. - Dijo sonriendo el más alto y se largo de ahí, no sin antes de guiñar su ojo, molestando aún más a Leo.

Maldito estúpido.

Fernando hizo acto de presencia segundos después de que el alfa desapareciera dando vuelta en el pasillo más cercano, Leonel suspiró cosa para nada fuera de lo común para el otro omega, su mejor amigo estaba acostumbrado a la situación que ni siquiera se molesta en preguntar algo relacionado.

- ¿Qué clase te toca luego? - preguntó el menor de los omegas, era solo un par de meses más pequeño que el contrario.

- Matemática.

- Uh, suerte.

- Nos toca, ¿recuerdas que te cambiaron a nuestro salón?

Fer abrió los ojos a más no poder y llevó la palma de su mano a su frente, cierto que había causado un desastre en su aula y lo cambiaron, pues les salió el tiro por la culata ya que Fernando tenía amigos por todas partes. Punto para los omegas.

- ¿Por qué has llegado tarde? - Preguntó Leonel con curiosidad y una ceja alzada, a la par que sacaba un pequeño caramelo de las bolsas de la mochila de su compañero.

- Me quedé dormido.

Mentía, no del todo pero lo hacía.

Al llegar tarde, no lo dejaron pasar a la primera hora, además Fer se había quedado en la oficina del director solo por unos instantes cuando vio la carpeta de actividades, leyó la de su curso anterior (que pensaba que era el suyo) y el otro, o en el que esta Leonel y ahora el, claro también leyó las parejas y una parte de él se removió cuando vio juntos al alfa y omega que tanto conocían.

Había estado platicando con Mariana, su pareja, una alfa amigo de Adonay y claro que querían unirlos pero ninguno colaboraba en nada, el alfa se empeñaba a rechazar a su omega y viceversa, más el alfa debido a que buscaba más omegas que pudiera llevar a su cama o cualquier lugar, vaya pito regalado. Pero ahora cualquier mínima cosa se confiera a esperanza, entonces al verlos juntos se quedó escondido en el lugar para evitar que los cambiaran, tendrían el camino libre.

O tales pensamientos se fueron al ver la cara de Leonel, no había ni una gota de felicidad en esa carita adorable, según Fer, claro está.

- Hola, amor.

Un tercer-- dos personas más aparecieron en su campo de visión, la primera fue la famosa Mariana, la que habló saludando a Fernando con un beso en su mejilla, seguido de uno en sus labios.

El cuarto era Omar, un alfa que prefería pasar desapercibido, cosa que no logró en ningún momento gracias a su círculo de amigos, más eso no le molestaba.

- Hola, cielito.

Fernando iba a seguir con la ronda de besos pero Omar aclaró su garganta, sabía perfecto que lo hacían para molestarlos y lo que menos querían era que un directivo los viera. Irónico porque conocían historias donde omegas y alfas se comían en la escuela.

- Vamos de una vez, se hace tarde.

Leo volvió a suspirar.

Leonel terminó de empacar sus cosas para por fin salir del aula, ya había finalizado el horario escolar cosa que ahora por primera vez no le agradaba ya que eso significaba tener que ir hasta la casa del alfa y hacer el maldito proyecto juntos

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Leonel terminó de empacar sus cosas para por fin salir del aula, ya había finalizado el horario escolar cosa que ahora por primera vez no le agradaba ya que eso significaba tener que ir hasta la casa del alfa y hacer el maldito proyecto juntos.

- ¡Ven acá!

Escuchó gritar y detuvo su andar, apretando la mandíbula junto con sus puños, giró lentamente encontrando al dueño de sus pesadillas, el estúpido Alfa.

Cuando este se acercó pudo sentir su nariz picar, ya que el olor del más alto estaba tapado por uno dulce, empalagoso y eso lo hacía sentir incómodo y a juzgar por el aspecto de su ropa y cabello pudo saber su razón.

Y dolió.

- Ten. - Dijo el alfa mientras tomaba la mano derecha del omega y ponía un papel en su palma, para después cerrarla y soltar su mano.

- ¿Para qué mierda es esto? - preguntó el omega sintiéndose extraño.

- Es un poema de amor.

No pudo evitar hacer una mueca de asco y antes de que pudiera tirar el papel, Adonay lo detuvo, empezando a reír.

- Es mi dirección, genio, ¿cómo mierda ibas a llegar?

Leonel no respondió y salió de ahí cuando pudo escuchar la voz de Omar detrás de él, dejando al otro alfa solo el cual también salió, solo que a dirección contraria a ellos.

- No lo soporto.

- Ni yo.

Pero quería ser el, quería sentir su olor en su cuerpo, pero era complicado.

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