1: inicio

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Con la cola entre las patas y las orejas bien arriba, localizando todo a su alrededor, el pequeño zorro ártico seguía a su amigo; un pequeño pomerania.

— Mikey, Shinichiro se va enojar mucho si nos ve saliendo del refugio. — Exclamó.

— Eres un cobarde, Sanzu. — Acusó el peludo can siguiendo su camino.

— ¡No soy un cobarde! — se defendió.

El de hebras doradas lo volteo a ver, acusando con su mirada la esponjosa y temblorosa cola que se escondía entre las patas de su amigo.

— ¡Bueno! ¡El punto es que salir en nuestra forma animal es peligroso! Te pueden llevar a una perrera y a mi a algún lugar donde Wakasa dice que guardan a personas como yo — insistió, adelantando el paso para llegar al lado de Manjiro.

— Paranoico. — Respondió a secas.

Ambos detuvieron su paso al llegar a lo que parecía ser el final del callejón.

La mirada de aquellos cambia formas se llenó de brillo e ilusión al ver la enorme ciudad, cubierta de gente y grandes edificios.

— ¡Woah! ¿¡Lo ves, Sanzu¡? Te dije que era asombroso.

El llamado asintió, sin embargo la felicidad no les duró demasiado, ya que casi inmediatamente, Haruchiyo salió corriendo del solo ver como una niña se acercaba y tomaba en brazos a su amigo.

— ¡Sanzu! ¡Cobarde! — gritó el Sano, pero para la niña solo fueron algunos ladridos.

— ¡Te voy adoptar! — exclamó la menor.

Pero Manjiro se adelanto, soltando una leve mordida que no causaría daño ni a una mosca, pero fue suficiente para que la pequeña lo dejara y saliera corriendo con lágrimas en sus ojos.

El Sano ni siquiera se inmutó, le gustaba la vista que tenía a los grandes edificios, simplemente se sentó en medio de la baqueta.

Se sentía tan pacífico, que ni siquiera logro percibir el conocido olor acercarse.

— ¡Sano Manjiro! ¡Te ordeno que vuelvas a dentro!— le susurraba alarmado su hermano mayor desde la oscuridad del callejón, tratando de que regrese a su "refugio".

Muy probablemente el chismoso de Sanzu fue decirle a Shinichiro donde se encontraba.

Mikey, hizo caso omiso, desde hace un tiempo que quería disfrutar de los alrededores, y no encontraba ningún peligro cerca como para que su hermano se comporte de esa forma.

Shinichiro aún alarmado estaba que pegaba el grito al cielo cuando vio cómo su pequeño hermano menor marchaba sin más y sin el miedo alguno que el o sus compañeros y familia puedan ser descubiertos en su refugio, el cual no era nada más que un cuarto abandonado en medio de un viejo y solitario callejón  el cual optaron por llamarle "hogar".

A causa del miedo, Shinichiro no pensó dos veces en salir de ese callejon para perseguir a Manjiro, importandole poco dejar sus orejas y cola al descubierto y dejando a la vista su especie tan extravagante como lo es un híbrido en plena calle, teniendo en cuenta las desgracias que sufriría si es visto.

—¡¿Por qué nunca me escuchas?!— le gritó a modo de regaño el peli negro  cuando por fin pudo alcanzar al menor, tomándolo por el pellejo de su cuello para que quede a su altura.

Lo único que recibió como respuesta fue un pequeño gruñido acompañado de un ladrido que podía fácilmente ser confundido con un chillido.

No fue hasta que comenzaron a escuchar los murmullos de las personas que transitaban por ahí que se dieron cuenta de dónde se encontraban.

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⏰ Última actualización: Jan 18 ⏰

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