El amor en tiempos de maternidad

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"Estamos perdidos

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"Estamos perdidos." 

"No." Geralt arrugó la cara. 

"Geralt, por favor." Seriamente, Jaskier lo miró. Sardinilla seguía un trote tranquilo, los cascos del caballo repiqueteaban contra la grava del camino. "Mira a tu alrededor. ¡Jamás hemos viajado por aquí!"

"Conozco muchos lugares." Le gruñó el alfa a su omega. 

"Geralt, mírame a los ojos y júrame que sabes dónde estamos." 

El alfa continuaba tirando de las riendas de su caballo. Habían estado deambulando sin rumbo desde hacía un par de días, desde que Geralt degolló a una criatura nocturna de aspecto bastante aterrador que asesinaba a omegas en una aldea al Sur. Habían avanzado hacia el Norte porque Geralt estaba seguro de por dónde iban, y Jaskier confiaba fielmente en el sentido de la orientación del alfa.

Geralt era un brujo muy habilidoso, Jaskier sabía cuáles eran las cualidades de su alfa. Pero también sabía que Geralt no había estado durmiendo muy bien, y desde el principio supo que eso les pasaría factura. 

No era nada inusual el insomnio de Geralt, normalmente lo arreglaban cuando descansaban en alguna posada y ellos dos podían dormir plácidamente en una cama con colchón, acurrucados y cálidos. Pero no habían tenido un buen descanso desde hacía un mes, no habían pisado el suelo de piedra de una posada en mucho tiempo y no era muy cómodo dormir sobre un petate con una manta de algodón roído. 

"Sé dónde estamos." Le juró Geralt, pero no se lo dijo mirándolo a los ojos. 

Jaskier gimió disgustado. Últimamente la idea de romper su laúd contra la cabeza de su alfa le estaba pareciendo muy tentadora.

"¡Estamos perdidos!" Se lamentó el omega con exasperación. Geralt no dijo nada. "Quiero morirme."

"Mmh."

"Me suicidaré colgándome del próximo árbol que veamos."

No habían visto ni un solo árbol desde hacía tres horas. Todo cuanto había era una extensión de césped que parecía no querer tener fin. 

El alfa seguía andando con su característico ceño levemente fruncido con concentración. Jaskier lloriqueó, porque no solo estaban perdidos y su alfa no parecía muy preocupado por su bienestar, también le dolían los pies. 

El omega no quería decir nada, porque el brujo se lo había dicho infinidades de veces. Esas botas no eran aptas para viajes largos y pesados, eran más prácticas para bailar y estar elegante. Él lo sabía, y las botas también le quedaban algo pequeñas, pero le gustaban demasiado. 

Geralt miró a su omega, que parecía triste y desinflado. Pocas veces parecía tan deprimido, eso removió algo en Geralt. Su instinto gruñía, se retorcía con inquietud porque su omega estaba bastante incómodo y cansado, pero Jaskier no decía nada porque estaba resignado. Hablar con Geralt sobre la comodidad era una lucha que nunca se podría ganar, el alfa podía dormir incluso sobre las rocas. 

El amor en tiempos de maternidad [geraskier]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora