Aún no vivimos juntas. Yo no quiero renunciar a mi piso con cuarto de grabación de paredes insonorizadas y ella sigue en el antiguo piso de Tamy. No quiso venirse a vivir conmigo cuando empezamos porque no sabíamos cómo iba a ser la relación. Yo he respetado en todo momento esa decisión porque sabía que podía tener razón. Podíamos haber empezado a tener problemas en la tercera semana de relación. O cuando la hicimos pública con el videoclip de El amor es el amor. O, a lo mejor, tras haber pasado todas esas pruebas, empezaría la definitiva: la de la convivencia, la que nos destrozaría.

Pero nada de eso pasó. Somos muy felices juntas y nos complementamos a la perfección. Y, aunque todavía no sabemos cómo seríamos viviendo juntas, yo estoy esperando a que salga de ella la decisión de intentarlo, porque sé que podríamos conseguirlo. Lo pienso porque casi nunca dormimos separadas. Suele ser ella la que se queda en mi casa, porque me da mucha cosa dejar solo a Manué. Alguna vez ella se trae a Dulce y, cuando soy yo la que va a su casa, casi siempre llevo conmigo a mi perro. Somos una familia de cuatro de la que estoy muy orgullosa.

Aunque, algunas veces, el número asciende a cinco. De todas las personas que podrían haber deseado ese puesto, Sonia eligió a Rocío para que fuera la madrina de Ámbar. Por eso, cuando tiene cosas que hacer y no puede cuidar a la niña, nos la trae para que le hagamos ese favor. De hecho, en los días de grabación, entrevistas y cosas relacionadas con el grupo, Ámbar se queda solo con su madrina, que cada día está más unida a ella. La niña nos visita tantas veces que hemos empezado a comprarle juguetes, zapatitos y cosas con las que pueda estar cómoda en nuestras casas.

Hoy nos ha pillado a las dos en mi casa. Ámbar está muy revoltosa y tenemos instrucciones estrictas de Sonia para conseguir que se duerma la siesta después de comer. Hemos estado un largo rato intentando convencerla de ello, pero la pequeña no es una mujer de fácil negociación. He acabado tomándome la licencia de bajar a pasear a Manué y dejar que la madrina lidie solita con su ahijada, por el bien de mi estabilidad mental.

Paseo con mi perro hasta que los gritos del pequeño demonio rubio se me van de la cabeza. Me masajeo las sienes mientras vigilo a Manué para que no se vaya muy lejos cuando le suelto la correa, aunque confío en mi chico y en cómo lo he educado. Después de un rato de paz, lo llamo y le vuelvo a poner la correa para subir a casa.

Manué y yo nos acercamos con cautela a la puerta, pero no parecen oírse voces desde dentro. Confío en que Ámbar esté dormida ya y abro la puerta haciendo el menor ruido posible, confiando también en que Manué contribuya al silencio. Por suerte, mi perro no me falla.

En el sofá veo un bulto de rizos rubios arropado con una sábana y, a unos metros, a mi novia sentada con las piernas abiertas y los codos en las rodillas mientras mira su móvil. Levanta la cabeza de la pantalla para mirarme y me sonríe. Se levanta con cuidado mientras yo le devuelvo la sonrisa y se acerca a mí.

—¿Cómo me mandas así al frente con esta? —me susurra.

—Porque eres una crack —la adulo en el mismo tono—. Nadie duerme a los niños como tú.

Cierro la puerta a mis espaldas y apoyo una mano en el hombro de mi novia para darle un pico.

—No, eso no funciona conmigo, Reig —advierte, negando con la cabeza, aunque sonríe.

—Nadie pronuncia mi apellido como tú. Eres mi valenciana favorita.

—¡Eso tampoco! —ríe, ahogando la voz para no hacer ruido.

Me encojo de hombros, sonriendo, y le agarro la cintura antes de rozarle la nariz con la mía.

—Tía, lo siento, pero me estaba volviendo loca. Cuando se pone en ese plan, solo puedes calmarla tú. Y espero que Sonia y Danny.

El amor es el amor (Albocío)Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu