Capitulo 21

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— Hueles delicioso, como galletas y grosellas. — Le susurro al oído y depósito un suave beso detrás de la oreja. — Quiero besarte toda, en muchos lugares. — Sonrió cuando la sintió temblar. — ¿Puedo?

Se separó y la miró. Ella lo miraba fijamente y sin poder contenerse pasó las yemas de los dedos por sus labios hinchados por sus besos. Le dio otro beso sensual y bajó la mano para acariciar un pecho sobre la tela que los cubría. Con el pulgar trazó un suave círculo a través del pico y ella entreabrió los labios. Pasó al otro pecho y le dio la misma caricia sin dejar de mirarla. Se mordió los labios y con demasiada lentitud desató las cintas que la cubrían, cuando su pecho quedó al descubierto el sonrió encantado.

— Tus pezones son tan rosados como me los imaginé, Pajarita.

Vio su violento rubor y atrapó sus manos que querían cubrirse. Entrelazo ambas manos con las suyas y le sonrió.

— No debes tener vergüenza. — Musito y atrapó el pezón en sus labios.

Raven sintió cómo todo su cuerpo aumentaba de temperatura, cómo las piernas se le volvían de gelatina, en una explosión de sensaciones que la hizo sentir cosquilleos en sus piernas con cada chupetón que él le propinaba con su húmeda boca.

— Puedes tocarme también. — Murmuró él mirándola desde el valle de sus senos. Dejó un suave beso en la piel entre sus senos y luego subió nuevamente para besarla.

— Estás vestido. — Murmuró ella sin saber qué decir.

La suave risa de él hizo vibrar su corazón y luego se levantó para quitarse la camiseta con un rápido ademán. Él esperó sentado y levantó las cejas provocativamente. A pesar de lo que él había hecho, la vergüenza la asaltó y se sentó tapándose rápidamente.

— Ah, ah. — Dijo él negando suavemente y abriendo su camisón.

Tomó sus manos y las puso sobre su pecho. Dejó que ella hiciera el próximo movimiento y a pesar de que sentía la cara caliente ella pasó los dedos por su pecho musculoso. Enterró las manos por la mata de pelo que lo cubría y cuando pasó los dedos por su tetilla izquierda noto el cambio de respiración y lo miró sorprendida.

— ¿Eso te gusta?

— Tu me gustas.

Él volvió a besarla y volvió a empujarla suavemente a la cama, quedó apresada entre su pecho y su pelo le hizo cosquillas.
Sin darse cuenta, sus manos rápidas se fueron al dobladillo del camisón y se lo quitó por la cabeza, alborotando su cabello. Él se enderezó para apreciarla y pasó la mano abierta desde su cuello hasta su vientre.

— Aún falta esta cosita que te tapa. — Dijo en un susurro pasando los dedos por el culote.

Raven estaba tan obnubilada por sus palabras y sus caricias que no noto de lo que él hablaba hasta que sintió como se lo bajaba rápidamente. Dio un grito ahogado y sus manos se taparon rápidamente. Él la miró divertido.

— Déjame verte, no seas mala, Pajarita.

Ella no pudo hacer nada más que mirarlo mientras él se aseguraba de que su culote estuviera fuera de su camino antes de tirar de ella para colocarla en una mejor posición y agacharse entre sus muslos.
La comisura de los labios de Christopher se arquearon cuando él le dedicó una sonrisa perezosa antes de girarse para presionar un suave beso en el interior de su rodilla, sin dejar de mirarla.

— Hueles riquísimo, Pajarita. —  Sus palabras eran prácticamente un gruñido y produjeron una necesidad palpitante entre las piernas de Raven.

Ella tragó con dificultad, sus manos se apretaron sobre su sexo cuando el se acercó más, sus manos se deslizaron por sus muslos nuevamente hasta sus caderas.
Él sostuvo su mirada mientras besaba el interior de su muslo, moviéndose un poco más arriba. Raven sintió que algo dentro de sí misma se tensaba por la anticipación, incapaz de evitar que su respiración se hiciera entrecortada. La necesidad en ella creció, mezclándose con la necesidad que podía sentir viniendo de él, y no pudo evitar un gemido suave cuando él deslizó sus manos debajo de ella, envolviendo sus brazos alrededor de sus muslos y fijándola firmemente en su lugar, manteniéndola abierta y apretándole las caderas.
Le dio suaves mordiscos en las manos hasta que se las quitó suavemente.
Al encontrarse conteniendo la respiración una vez más, ella se obligó a inhalar, mirándolo con gran atención mientras él le sonreía de nuevo. Él inclinó la cabeza, los ojos en su rostro.

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