Volver a su campamento les llevó más tiempo de lo estimado, el cofre pequeño pesaba y le hacía difícil al andar, era incómodo y no tenía forma de llevarlo más que debajo del brazo o encima de estos.
  No le hacía fácil tampoco que Raven caminara en silencio a su lado, desde que se habían besado estaba más silenciosa que de costumbre. Le había hecho alguna que otra pregunta pero nada más.
  No sabía cómo volver a lo que eran antes, y a la vez le aterrorizaba volver a la civilización y que ella decidiera que con ese dinero era suficiente.

— ¿En qué piensas? — Le pregunto finalmente.

— En cómo haremos para vender esas joyas. No podemos ir por ahí prodigando joyas, nuestra ropa está sucia.

— Podemos lavarla mañana en el río. La carreta y los caballos están listos para partir cuando terminemos.

— De acuerdo.

Cuando llegaron, Raven lo observó dejar el cofre al lado de sus pertenencias y comenzar a prender el fuego. No tenían mucho que comer más que la aguada sopa del mediodía, así que mientras él preparaba todo, ella comenzó a revisar las ropas, no había mucho lo que tenían que lavar, el menos que los dos, pues le había dado una de sus últimas camisas para su periodo que ya se había ido. 
  Tenía un vestido medianamente sano y decente que podía usar para salir del bosque, él tenía la camisa que tenía puesta y un pantalón de repuesto y mirándolo bien, ninguno de los dos estaban en perfecto estado. Así que al día siguiente alguien sufriría mucho frío mientras ella lavaba la ropa y una sonrisa maquiavélica se le dibujó en el rostro.

— Algo me dice que esa sonrisa maléfica está dedicada para mí. — Dijo él sacándola de sus pensamientos.

Raven no pudo evitar sonreír más ampliamente y vio el brillo de diversión en sus ojos oscuros.

— Mañana tendré que lavar la ropa y tienes una sola camisa.

Él se sentó a su lado sonriendo al darse cuenta de lo que ella se reía.

— ¿Te divierte saber que tendré frío mañana?

— No puedo decirte que me das lástima.

— Ouch. Me lastimas, Pajarita.

— Dudo que eso sea verdad.

Él se acercó tanto que pudo ver el aro oscuro que bordeaba el marrón oscuro de sus ojos.

— Tengo un corazón que sufre, cielo.

Él no pudo evitar mirar sus labios entreabiertos y no dudó en posar sus labios suavemente en los de ella. No perdió el contacto visual y pasó su lengua suavemente por su labio inferior. No permitió que ella se aleje apoyando una mano en su nuca y manteniéndola firme volvió a besarla.

  Raven sabía que estaba mal, que no debía devolverle el beso pero él la tenía apretada entre sus fuertes brazos, sus largos dedos se enterraron en su trenza mientras su otro brazo la apresaba por la cintura. El beso fue suave y sensual, la provocó sin prisas apresando su labio inferior con los dientes sin dejar de mirarla hasta que finalmente ella se acercó y apretó sus labios sobre los de él, encantada con su sabor. Abrió los labios para besarlo cómo quería. Su vientre cosquilleaba y esa sensación bajó hasta ese secreto lugar entre sus piernas, su fuerte mano bajó hasta su cuello y siguió el recorrido hasta su mano que descansaba sobre su pierna, la levantó suavemente y la apoyó en su propia mejilla y se separó para verla.

— ¿Puedes tocarme?— Le dijo cerrando los ojos y apoyándose en su mano. — Nadie me ha tocado nunca así.

Su confesión fue tan inesperadamente vulnerable que ella sintió que su corazón se derretía por ese enorme hombre.
  Hizo pequeños círculos con el dedo pulgar sobre su mejilla y su barba le hizo cosquillas la palma, el bajo su mano y con los ojos cerrados dejó que ella hiciera lo que quería. Se alegró de que él no viera su temblor cuando subió sus dedos y pasó las yemas por sus pestañas cepillandolas, trazó su nariz y luego acarició sus labios entreabiertos y su aliento caliente la hizo darse cuenta de que él respiraba profundamente.

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