3 meses atrás me dieron unas cuantas semanas. Me dijeron que el tratamiento no haría nada y sólo me recetaron medicamento fuerte para el dolor. Todo se siente borroso desde que lo tomo pero es mejor que vivir en agonía. Ha sido mi mejor amigo mientras tú no estás. Te necesito, te necesito tanto pero no me atrevo a decirlo. No me atrevo a pedirte tu tiempo, no me atrevo a pedirte que sufras conmigo cuando sé que pronto voy a dejarte.
Sería muy egoísta de mi parte pedirte que te quedes. Eres lo único que tengo, el único a quien atesoro. Te he visto crecer todos estos años, te he visto cambiar, te he visto volverte fuerte y estoy tan orgulloso de ti. Cuando me dieron mi diagnóstico lo único que podía pensar era que quería pasar cada momento del poco tiempo que me quedaba contigo pero saliendo del hospital te vi con él. Te veías tan feliz. No pude evitar sentirme herido pero... no puedo hacer eso. Después de pensarlo un tiempo me sentí tranquilo. Ahora sé que no te quedarás solo cuando yo me vaya. También entendía por qué habías estado tan distante, tan ausente. Sé que no me lo has dicho porque no quieres hacerme daño. Siempre has sido así, me conmueve que a pesar de todo sigas pensando en mí. Aunque sé que no debería.
No te preocupes más. Pronto me iré de viaje a un lugar lejano y no regresaré. Me aseguraré de dejar todo listo para que no tengas que encargarte de mis asuntos ni mis pertenencias, dejaré todo preparado para que tengas la vida que mereces. Sé que tu amor por mí murió hace mucho tiempo pero yo atesoro todo el tiempo que compartimos. No me arrepiento de nada, sólo de no haber podido darte la felicidad que mereces. Eso es todo. Espero que nunca veas esta carta. Espero que nunca me busques y pienses que me perdí, que me fuí sin planes de volver. Espero que te olvides de mí. Así como todos lo han hecho. Hasta nunca, amor de mi vida, pronto me iré y serás libre.
