1. Cuarto grado: El día que no olvidaré

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De nuevo, no es que seamos amigas (aún) pero luego de tener al menos a 20 niños riéndose de mí por participar en clase, era agradable tener a alguien que quisiera pasar tiempo conmigo solo porque sí, porque aparentemente le caigo bien.

—Claro —respondí sonriente—, me encantaría.

—Ay, que tierno —otra vez esa voz—, la pequeña nerd tiene una amiga.

Tyler también tiene los dientes torcidos, me di cuenta por sus muecas burlonas. No sé en qué momento llegó con nosotras ni cuánto tiempo escuchó, pero a la insegura Meilin de nueve años, el solo escuchar su sarcasmo, la volvía débil. Volví a bajar la mirada, pensando que Miriam huiría de nuestra posible amistad.

—¿A ti qué te pasa, Tyler? Ve a molestar a otro lado.

Levanté la vista y la miré sorprendida, ella que apenas me conocía, le estaba reclamando al niño molesto.

—Uy, perdón —se rió con burla—. No sabía que tuvieras guardaespaldas, Lee —no me gustó nada la forma en la que dijo mi apellido.

—Pues lamento que tú no tengas amigos que te defiendan, tarado —exclamó Miriam—. Más bien, que no tengas amigos deberías lamentarlo tú, no yo, a mí no me interesa —se cruzó los brazos y sonrió triunfal.

Había un par de niños alrededor que comenzaron a reír desde el "tarado". Entiendan que a esa edad la palabra "tarado" es un gran insulto y le baja la autoestima a cualquiera si lo dices delante de otras personas, y más si estas se ríen, como recién pasó.

—¿Ah sí? P-pues... —sin argumento, excelente, Mir— ¿A ti quién te preguntó? ¡Tonta!

Ok, eso me hizo enojar. Hubo jadeos de sorpresa, otro gran insulto de la infancia. Supongo que pasé a la siguiente etapa y finalmente me atreví a responderle.

—¡Oye! ¡No la llames así, ya vete y déjanos en paz!

Esta vez sonó un "Oooohhhh" de los pocos niños presentes.

Aunque estaba dispuesta a seguir discutiendo con Tyler, admito que no habría sabido qué hacer si no hubiese sonado la campana en ese instante. Todos comenzaron a regresar a los salones, incluso él, indignado y con la palabra en la boca, pero no dispuesto a un regaño de parte de los maestros.

Suponiendo una victoria, Miriam y yo sonreímos y nos encaminamos a nuestros respectivos salones, cuando nos detuvo alguien.

—¿Puedo decirles algo? —escuché a mi derecha, pero al voltear no había nadie— Estuvieron increíbles —ahora izquierda, de nuevo nada—. Por fin alguien le cierra la boca a ese bobo.

Volteé y no había nadie, años más tarde recordaría este momento en el cine viendo una película animada. Cuando volví a mi camino encontré a la dueña de la voz frente a mí (finalmente). Otra vez esa niña asiática de mi clase, la única de su fila que no se rió, y cuyos movimientos inesperados me hicieron sobresaltar.

—¡Qué susto! —espero no ofenderla—. Lo siento, me sorprendiste.

—Tranquila —me respondió.

La miré bien, es más baja que yo y un poco subida de peso, y su cabello es hermoso. Además, se ve que es alguien muy enérgica.

—La verdad no estuvimos tan geniales —dijo Miriam, muy modesta—, ese tarado necesitaba que alguien lo pusiera en su lugar.

—Pues para mí fue genial, no puedes ir por ahí burlándote de la gente porque sí —me miró, luego a Miriam y extendió la mano— Abby Park.

Tenía brillantina en las manos, me agrada.

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⏰ Last updated: Apr 10, 2022 ⏰

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Hey! That's My Bully! | Mei/TylerWhere stories live. Discover now