Un pitido y luego otro se escuchan en la línea antes de que la voz de mi amigo suene con preocupación.

—¡Al fin, Natalie! ¡Te mandé millones de mensajes, maldita sea!

No sé qué responder. Está enojado y molesto; la irritación se percibe en su voz. Pero no puede enojarse mucho tiempo conmigo, él me adora como nadie. No puedo formular ninguna excusa antes de que vuelva a hablar, ahora un poco, solo un poco, más tranquilo.

—Dime dónde estás, o están, mejor dicho. No hay nadie en su departamento. Damon no atiende su teléfono y no sé el de su hermana como para llamarla a ella. Y tus hermanos... no tengo idea. El teléfono se me cayó y se me perdieron todos los contactos. De suerte pude sacarle el celular a Carter para mensajearte —comienza diciendo a modo de reproche. A la vez, su preocupación me hace sonreír. Solo bastaba escuchar su voz, por más molesta que suene, para que me ponga de un mejor estado de ánimo.

—Chris, tranquilízate y te lo explicaré —intento tranquilizarlo mientras le hago una seña a la camarera que de nuevo volvió a mi mesa para de seguro preguntar si quiero pedir algo. Ella se aleja con una expresión de exasperación en la cara mientras guarda de nuevo la libreta en el bolsillo de su delantal blanco. Me encojo de hombros; no me importa su actitud; escucho que Chris suelta un bufido.

—¿Me dirás la verdad o me mentirás?

—Nunca te mentiría —contesto dolida.

—Estuviste días ignorando mis llamadas y mensajes, ¿por qué no me creería que podrías decirme mentiras? Puede ser que me hayas ignorado, porque no puedes decirme algo y ahora que puedes hablar conmigo te hayas inventado alguna excusa fácil.

—¡Chris, no pienses eso! Nunca te mentiría, no es necesario que te la agarres así conmigo. No vi tus llamadas, lo juro.

—Bien, bien, dime la verdad. —Al fin se rinde, pero sé que lo hace a regañadientes. Quiere seguir discutiendo, por la razón que sea. Al parecer tuvo un mal día, nada le afectó tanto como el que no le haya devuelto las llamadas, las cuales nunca vi, por cierto.

—A mi padre lo atacaron, ¿sí? Tuvimos que venirnos y me olvidé por completo de avisarles. Lo siento mucho.

—¿No me mientes? —pregunta susurrando y sé que mi respuesta le duele, porque todo lo que me duele, lo siente él también.

—No te mentiría con algo así. ¿Entiendes lo que te digo? Solo... no se me pasó por la cabeza llamarlos y tampoco vi tus llamadas, mejor dicho, las de Carter si es que usaste su celular.

—Está bien, te creo —sentencia y suelto un suspiro—. Pero... ¿qué pasó con Damon? Él... lo sabe ¿no es así?

—Sí, lo sabe —confirmo cambiando de forma radical mi tono de voz sin darme cuenta.

—Y... ¿Qué hizo? —La pregunta del millón. ¿Es que todos ahora quieren preguntarme sobre la actitud que tuvo Damon al saber esto?

¿Por qué?

—Bueno, se enojó y mucho. Evitó mis llamadas todos estos días hasta que hoy a la madrugada me llamó totalmente borracho.

—¿Damon borracho? ¡Qué locura!, nunca me lo imaginé ebrio...

—Ni yo —suspiro y comienzo a juguetear de manera distraída con la punta de una servilleta que tengo en la mesa.

—Entonces... ¿por qué se embriagó? ¿Te dijo algo? —pregunta y quiero encogerme de hombros, pero no me vería.

—La verdad es que apenas podía decir alguna palabra bien. Aun así, llamé a Rick, quien me dijo que es difícil para él tener que alejarse de las personas, bueno, que las personas que quiere a su lado se alejen, mejor dicho.

Completamente mio {Saga Damon #2} DISPONIBLE EN LIBRERÍASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora