—No sé —hablé en un susurro casi inaudible—. Creí que te había superado, pero vuelves a mi vida y me vuelves a confundir en cuanto a mis sentimientos, otra vez.

—Eso quiere decir que sí me quieres todavía —se acercaba un poco más a mí con cada palabra que decía—. No miento cuando te digo que todo este tiempo que no estuve contigo no hice más que pensar en ti y en el momento en el que ya estés en mis brazos una vez más para nunca soltarte.

—¿Crees que puedes volver después de tanto tiempo sin que uno sepa acerca del otro y me voy a rendir ante ti, otra vez, porque viniste a verme a México, ya que le preguntaste a mi mejor amiga dónde vivo y ella te comentó dónde encontrarme? —una pregunta demasiado bien elaborada que se me ocurrió en ese preciso momento; aunque también fue muy confusa—. No, Richard, Louis Gerald Train Brown tiene su dignidad.

—¿Eso quiere decir que ya no me amas, cariño? —lo tomé por los hombros y lo besé, él no me correspondió el beso a primera instancia, pero sí me besó después de un rato.

—¿Soy un idiota? Probablemente, pero soy un idiota que te ama —lo abracé tan fuerte como fuera posible—. No sabes cuánto te extrañé, no sabes lo mucho que he llorado desde que tu papá te obligó a irte de mi lado; perdóname por las teorías conspirativas locas que hice sobre ti y la razón por la cual tu papá te obligó a irte a trabajar al otro lado del mundo, lejos de mí.

—¿Qué cosa fue lo que hiciste?

—Eso no importa —claro que sí importaba, porque me armé teorías conspirativas sobre Richard, su padre y la razón por la que tuvo que irse a Suiza—. Ahora estás aquí conmigo y no sabes lo feliz que estoy por eso; por tenerte aquí a mi lado, por primera vez y para siempre.

—Te seguiré siempre —al parecer, Richard Vallaj lo había olvidado—. A México, París, Suiza, Inglaterra, China o incluso hasta Marte; pero estaré contigo siempre y cuando tú me lo permitas, porque eres lo que más quiero, mi niño hermoso y misterioso con una constelación en esos ojos color café que me vuelven loco —entrelazó los dedos de su mano con los míos.

—Te amo —fue lo último que le dije antes de darle un beso, pasé mis manos por su cuello y lo abracé, hundiendo mi cabeza en sus hombros, él me respondió que también me amaba y que eso jamás iba a dejar de pasar ni aunque yo se lo pidiera—. Eres lo mejor que me ha pasado en la vida, dalo por hecho —nos volvimos a fundir en un enorme beso y desperté, era de admitir que fue un gran sueño; uno maravilloso, pero un sueño.

Al parecer me quedé dormido en la cama después de limpiar todo mi departamento, no me hice de comer y ni siquiera Richard había ido a verme. Tomé mi teléfono celular y decidí enviarle un mensaje a Lezley vía WhatsApp preguntándole si Richard le mandó algún mensaje preguntando por mí.

«Sí, Louis, le dije dónde vives, ¿estuvo mal? ¡Perdón si es así!», fue la respuesta que Lezley me envió apenas unos minutos después de que se lo envié. Entonces ¿Richard sí preguntó por mí, lo cual significaba que aún sentía algo por mí (o sea que aún me amaba), así como yo lo amaba a él; y mi sueño lo confirmaba? Sí, definitivamente. Hice una reunión por Zoom y le envié el link a Lezley, para que pudiera conectarse.

—Pagué por la suscripción a Zoom, por ende, tengo Zoom ilimitado, Lezley.

—La reunión es ilimitada si es solo con dos personas.

—Cierto, lo olvidé. ¡Qué idiota soy! —me di una head palm por esa suscripción que había pagado en vano—. Quería decirte que tuve un sueño un poco revelador y Richard te preguntaba mi dirección en él y creo que sabes qué sigue después —Lezley empezó a comprender lo que pasaba.

Anochecer Tras El Amanecer (Dylan's Version)Where stories live. Discover now