— ¡No destruyas la casa!

Escuché a Parch gritarme cuando ya estaba cerca de la salida para tomar las mis compras del auto de Auggie, y solo pude reír ante mi propia torpeza. Quería aprovechar que todos estaban ocupados para subir las bolsas y no tener que preocuparme por las preguntas, así que sin tiempo que perder cargué todo a la vez y corrí escaleras arriba hasta mi habitación. Cerré la puerta con el pie, lancé todo a la cama y luego puse el seguro.

Tenía que hacer todo lo más rápido posible si íbamos a esa estúpida fiesta. Si no envolvía los regalos de una vez no tendría tiempo. Por suerte empezaba a las doce y aún faltaban horas. Él primero fue el obsequio de Parch porque pronto acabarían de ensayar y subiría a mi habitación, a demás de que obviamente era el que más me emocionaba.

Parch había sido muy atento conmigo. Moría de nervios, emoción y miedo, preguntándome si de verdad le gustarían las cosas que compre.

— ¿Y si no le gustan? —empecé a aterrarme al terminar de envolverlas y cuando lo escuché tocar la puerta casi se me sale el corazón del susto.

Estaba exaltada, tanto que escondí todo con mis sabanas y con las manos sudándome me puse de pie para abrirle.

Tenía una mano en su cabello y la otra en el bolsillo. Cuando sonrió mis nervios aumentaron al igual que mis latidos. Quizás no pude ocultar la añoranza en mi mirada porque sus labios se ladearon y la mano de su cabello terminó tomándome de la barbilla.

El espacio se redujo instantáneamente cuando ambos nos movimos. Prácticamente choque contra él. Me puse de puntillas, pero la urgencia y posesión que ejerció me debilitaron hasta el punto de necesitar aterrizar los pies de vuelta al suelo. Su mano salió de su bolsillo para apretar mi cadera.

No sé cuánto tiempo estuvimos besándonos. El inclinado hacia mí y yo correspondiéndole, queriéndolo cada vez más cerca. Pero cuando al fin nos separamos, la caricia en mi mejilla terminó de llenarme. Un segundo a su lado era más que suficiente para sentirme completamente feliz.

—Ven —lo jalé de la mano haciéndole entrar y cerré la puerta — ¿te enteraste que nos vamos mañana?

—No me lo recuerdes —dijo con desanimo, su sonrisa desapareciendo.

—Bueno, tengo un regalo de navidad para ti.

Su mirada recorrió mi cuerpo lentamente, enfocándose demasiado en mis piernas desnudas por llevar falda. Sonrió pícaramente y de nuevo la sangre subió a mi rostro.

— ¡Pervertido!

Rió así que golpeé su hombro con toda mi fuerza, pero ni siquiera se movió, por lo contrario, me tomó de la muñeca y dejó un beso en mis nudillos.

— ¿Te he dicho últimamente lo mucho que me gustas?

<<Iba a morir si mi corazón seguía latiendo de esa manera exagerada>>.

— ¿Quieres tu regalo... o no? —tartamudeé quitándole de su poder mi mano y él solo reía orgulloso.

—A ver, ¿Qué tienes para mí?

Caminé hacia la cama y antes de que volviera a mal pensar saqué los regalos envueltos de debajo de mis sabanas. Me senté y con palmadas le indique que tomara lugar a mi lado. Cuando obedeció dejé las cosas sobre sus piernas y por un instante incluso me pareció sentirle más nervioso que yo.

—Espero te guste...

Me llevé una mano a la boca a punto de morder mis uñas por ansiedad, más él la intercepto y entrelazó nuestros dedos mirándome fijamente.

Mirando La Lluvia CaerWhere stories live. Discover now