Tarde

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— Pero has sobrevivido.

Takemichi desvió la cabeza bruscamente hacia la persona que le había hablado con aire de aburrimiento mientras revolvía una serie de cajas de cds que había estado acomodando sobre la mesa de recepción. Aquella persona no pareció captar su mirada iracunda y ambos iniciaron una pequeña guerra de manos entre acomodar y desacomodar los malditos estuches. Se estaba burlando de él y su historia fatídica.

— Claro que he sobrevivido, sino no estaría aquí hablando contigo, Chifuyu.

— Bueno...entonces no fue tan...oye, ¿ésta se ve bien?

Chifuyu agitó una de las cajas luego de ver el título frente al rostro de ambos. Era una película de terror relativamente nueva y, aunque Takemichi no sólo desconocía la trama de la película sino también el estado del cd de su interior se sintió ofendido por la pregunta dudosa del otro.

Como si también le pagaran por defender la idoneidad del local.

— Claro que se ve bien. No me estás escuchando.

— Sí lo hago. Me has contado esto como diez veces en dos días, Takemichi. Anoche soñé con el amarillo y el rosado. Anótala, me la llevo.

— ¡Mentiroso!

Mientras Takemichi suspiraba resignado y buscaba la carpeta con la lista para no olvidarse que su amigo vivía llevándose películas sin devolverlas en el plazo estipulado, Chifuyu rebuscó en su billetera mientras también revisaba los mensajes de su teléfono.

— ¿Tú crees que ya no vendrá? A devolver la película, digo.

La pregunta y la aclaración que le siguió llamaron la atención de Chifuyu de inmediato; Takemichi se arrepintió al instante de haber hecho aquella aclaración porque parecía haber oscurecido más de lo necesario su curiosidad camuflada en preocupación.

Obviamente seguía preocupado por la posible reaparición del amarillo, el rosado y/o el negro - porque de hecho, Takemichi no sabía si se movían en grupo o había sido una casualidad que esperaba no se volviera a repetir por su bien físico y mental -, pero más le preocupaba el hecho de que se habían llevado con ellos una película que Takemichi ni siquiera había tenido tiempo de registrar el título. Si llegaba a ser nueva y algún encargado preguntaba por ella...Takemichi no había sido tan tonto como para anotarlo en la lista de alquileres, pero aún así llegar hasta él quizás no fuese tan complicado.

Sobre todo cuando eran nada más que dos empleados más los dos supervisores.

Takemichi percibió sus mejillas arder ante la mirada de su amigo; fingiendo demencia espontánea, fue anotando el nombre del otro y la película que se llevaba para desviar los ojos del rostro de Chifuyu.

— Eres un degenerado, Takemichi.

— ¡¿Q-Qué?! ¡¿Por qué me dices una cosa así?!

— Te gustó el chico delincuente, ¿no es así? No ves la hora de volver a verlo. Admítelo.

Chifuyu miró hacia ambos lados y Takemichi supo que estaba por mandarse una cagada por la mirada felina que se dibujaba en sus ojos celestes; al comprobar que no había testigos, traspasó el mostrador en donde se ocultaba Takemichi por encima de un salto y comenzó a obligarlo a retroceder.

— Dices que no quieres, pero te mueres porque ese tipo vuelva. Y vuelva solo.— acto seguido, Chifuyu estiró los labios en un gesto exagerado hacia Takemichi fingiendo mandarle un beso en el espacio que los separaba.

— Me va a matar.— Chifuyu rodó los ojos, exasperado.

— Si te hubiese querido muerto, ya lo estarías. Además, ni siquiera estás seguro si era realmente alguien de la yakuza, Takemichi.

Vanidad, mi pecado favorito  [ Tokyo Revengers ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora