Ya que bueno, no es normal que las personas muevan o detengan las cosas, sobre todo hablar en la mente con las demás personas como lo hace ella con el pequeño. Sabía de la guerra de los jedis contra los sith, pero a ciencia cierta nunca pudo averiguar más sobre los poderes de los jedis y como funcionaban.

—No puede ser real. —Se dijo así misma, calmándose.

Estuvo un buen rato ahí sentada hasta que escuchó ramas romperse.

Era Jaír.

—¿Cuánto tiempo llevas sentada ahí? —Preguntó

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—¿Cuánto tiempo llevas sentada ahí? —Preguntó.

—No lo se, una hora tal vez. —Lo dice aún sin verlo—. ¿Sucede algo?

—El niño quiere verte. Ya no quiere estar más con el Mandaloriano. ¿Puedes creerlo? Yo moría por estar con uno cuando era niño.

'Grogu.' Pensó, dejando todo de lado se levantó, dejando caer las rocas que estaban volando a su alrededor.

—¿Donde se encuentran?

—En su habitación, pero con solo escuchar los gritos del bebé es... Y además "mando" se le escuchaba cansado.

—Gracias por avisarme, Jaír.

—No es nada. Y por cierto, antes de que te vayas. No se te olvide arreglarte para la fiesta de esta noche.

—Claro, me arreglaré para la ocasión. —Dijo saliendo de ahí, tenía que ayudar a sus pequeños.

Sabía que mientras más pasaba con Din, cada movimiento o frase de él se quedaban en su mente e inconscientemente lo sacaba a la luz y un claro ejemplo fue cuando atrapó al ladrón.

Y eso era un sentimiento agridulce. Le gustaba y a la vez le aterraba.

Nunca tuvo tiempo para el amor. No por elección, si no que siempre tuvo que tener de primero a la familia y a su planeta sobre todas las cosas. Después sucedió la guerra, tenía que ayudar a Grogu. Tenían que escapar de los cazarrecompensas y eso no le daba tiempo para fijarse en alguien románticamente.

Todo era trabajo, escapar y cuidar del pequeño. Gracias a Madison tuvo un lugar estable donde poder regresar pero siempre con el tiempo contado, ya que bueno. Tenía que trabajar y viajar constantemente que no se fijo en ella.

Sabía que era linda, se lo decían la mayoría que la quería invitar a un trago o invitarla a su habitación, pero ellos siempre eran su presa. Además que ninguno le llamó la atención, nadie le ganaba o le daba un desafío real. No como a ella le gustaría.

Hasta que llegó Din.

Su actitud y seguridad le llamaron la atención, había descubierto que le gustaba eso de los hombres gracias a él.

 𝐋𝐎𝐕𝐄𝐑 𝐎𝐅 𝐌𝐈𝐍𝐄 | Din DjarinDove le storie prendono vita. Scoprilo ora