Capítulo 7: ContraADN

Start from the beginning
                                    

—¡Hey! —me quejo—. ¡¿Qué haces?!

No me responde, pero entiendo perfecto cuando me empuja hacia la pared y utiliza su mano para meterme las pastillas en la boca. Forcejeamos al intentar que me las trague, no puedo quitarme sus dedos de mi cara, los cuales al final consiguen que termine ingiriendo el medicamento. Toso cuando se aleja de mí, entonces agarra un vaso de agua y me lo entrega, pero lo golpeo.

—¡¿Me quieres matar?! —le grito.

—¡¿Qué está pasando?! —Astro golpea la puerta.

—Nada, le administraba el medicamento a su esposa —le responde a él.

—¡Me obligaste! —me quejo.

—Te empezarás a sentir mal —me informa—. Pues te di todas las que no estuviste tomando. Si no quieres que esto vuelva a pasar, tómalas cuando debes. —Presiona el botón para salir del baño.

—¿Qué piensa que está haciendo? —lo interroga Astro.

—En cuanto a usted, quiero un informe completo de su relación, cuándo han tenido una cita, cuándo se han agarrado la mano, cuándo le regaló algo, cuándo la besó por última vez, y hasta necesito saber cuándo van a tener sexo, con o sin operación, eso no importa todavía.

Mi amigo se sonroja.

—Yo...

—Recuerde que si usted tampoco sigue el protocolo podemos mandar a otro a que sí lo haga. Quiero ver un matrimonio feliz, ¿entendido? —No espera a que le responda, solo se dirige a la puerta y el robot le abre para salir—. Nos vemos en la próxima sesión, hasta luego.

Al fin se va.

—Eso me dio miedo —opino.

—En los problemas en que me meto. —Bufa mi amigo.

Miro a Astro.

—¿Vamos a tener sexo?

Él se sobresalta.

—¡¿Eh?! —Su cara es un completo rojo.

—Solo voy a decir algo. —Levanto mi dedo índice—. ¡Aléjate de mi culo!

—¡Yo no hice nada! —se defiende rápido.

—Sí, como se... —Dejo de hablar porque me empieza a doler el cuerpo, así que me tengo que agarrar de la pared.

—Eli ¿Estás bien? —Se acerca a ayudarme.

—Sí, sí, un poco mareado. El imbécil que me dio esas pastillas dijo que me iba a sentir mal, porque me dio más de la dosis requerida.

—Te llevaré a la cama. —Me levanta entre sus brazos y comienza a caminar hasta el cuarto.

—Estoy bien.

—No estás bien. —Me apoya sobre el colchón y pone su mano en mi frente—. Vuelas de fiebre, ¿pero qué clase de coordinador es ese? —se queja.

Hace mucho calor, respiro agitado y cierro los ojos por el cansancio.

—Al menos Keller no está con su marido manipulador —acoto despacio, siento que la voz se me va.

—Oye, no te desmayes, no debiste haberte metido en ese asunto.

—Pero si no lo hacía yo, ¿quién más lo iba a hacer? —Me agarra un dolor fuerte y punzante en la parte baja de mi abdomen, así que me abrazo a mí mismo por el dolor—. No creo que me desmaye. —Abro un ojo—. Esto arde como la muerte.

AsunsethWhere stories live. Discover now