Capítulo 190: Ceguera

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El oficial que estaba a su lado gritó bruscamente— ¡Wei Rong!

—¡Bah! —Wei Rong escupió al oficial, y si no hubiera estado sujeta a la silla de interrogatorio que no le permitía acercarse demasiado, también le habría escupido a él— ¿Quién te crees que eres? Te lo mereces por hablarme así.

El oficial dio un paso adelante pero Zheng Jingfeng, que estaba de pie junto a la puerta, sacudió la cabeza, indicándole que no hablara más con esa mujer loca.

Xie Qingcheng no tenía intención de enojarse. De hecho, desde que entró, parecía inusualmente frío, no por la presión de nadie, sino porque parecía no tener más sangre en el corazón.

Sus pestañas cayeron, y sus ojos la miraban sin pestañear.

—Tu siempre… has sido así… todavía puedes mirarme así... Xie Qingcheng… estás realmente loco… ¡Estás realmente loco!

Xie Qingcheng se sentó lentamente frente a la silla de interrogatorio, su rostro estaba pálido y frío, tan inexpresivo como el de un hombre en un ataúd.

Él ignoró sus maldiciones, pero movió sus labios secos y le dijo— Wei Rong, tú has hecho algo bueno en esta vida.

—…

—Nunca te importó He Yu, y lo hiciste una persona completamente diferente de tu hijo.

Lu Zhishu lo miró fijamente, sabiendo que el hombre demacrado pero aún frío frente a ella le estaba apuñalando directo en la cara, sus mejillas se contrajeron ligeramente, y unos segundos después ella lo apuñaló de una manera más cruel— ¡Sí! ¡Así es! Yo no cuidé de él, y lo dejé crecer siendo un idiota! Si me hubiera ocupado de él, habría sabido diferenciar qué vale la pena y qué es basura! Él no habría metido a toda su familia en este lío por el bien de un pedazo de basura y luego se habría hecho volar en pedazos por sí mismo, ¡Solo por tí! ¿Estás orgulloso, Xie Qingcheng? Lo que tu entrometida madre no hizo, lo hiciste tú. Aunque solo haya sido acostándote en la cama y dejando que otro hombre te follara, maldito hijo de puta, bastardo ¡Eres una puta! ¡De qué estás tan orgulloso para que te atrevas a venir a lucirte delante de mí!

Esta vez sus maldiciones fueron tan groseras que incluso Zheng Jingfeng no pudo soportar escucharla.

Y pensar que esta era una mujer de una familia prestigiosa...

Zheng Jingfeng pensó de repente en Jiang Liping en ese momento, Jiang Liping era una mujer que salió de una aldea en la montaña con el rostro manchado de barro, pero cuando se enfrentó a su destino, su postura era mucho más noble que la de Wei Rong.

Los seres humanos pueden ser íntegros o bajos, pero la superioridad o inferioridad no se puede medir por el dinero o el estatus social, si uno es valioso o no, todo depende del corazón de cada uno.

No pudo evitar decirle a Xie Qingcheng— sabes que, olvídalo, puedes salir primero, no necesitas escuchar esto…

Xie Qingcheng dijo— No importa.

Él miró a la mujer con una frialdad asombrosa y un aplomo que penetraba hasta los huesos, le dijo— Wei Rong. Fue cada decisión que tomaste por ti misma lo que te condujo a que terminaras sentada aquí frente a mí hoy.

“—En aquel entonces, tu amabas a He Jiwei, y deliberadamente filtraste el contenido experimental sellado, intentando que ella perdiera a su hijo, pero Vivian lo soportó, y se enteró de lo que habías hecho, y tú, temiendo las acusaciones, planeaste asesinar a los agentes de policía que la ayudaron a investigar la verdad. Esas fueron tu primera y segunda víctima.

Sentado en una silla, con los dedos cruzados,y su rostro pálido y enfermizo envuelto en sombras, repasaba casi mecánicamente el pasado de Wei Rong.

Parecía hablar por los muertos, dejando que los muertos usaran su carne y su sangre para reclamar justicia al culpable veinte años más tarde.

Libro de Casos ClínicosWhere stories live. Discover now