- Claro que es su decían, es su vida.

- Dependo de mis padres. – dice rápido Miel. – Dependo de ellos, no me puedo dar el lujo de hacer algo que ellos no quieran.

Segamos la conversación hasta llegar a mi casa, luego nos ayudan a bajar las cosas hasta la entrada. De ahí les decimos que podemos y ellos se van, con Miel miramos las cosas y comenzamos a moverlas.

Yo llevo dos cajas llena de pinturas hacia mi cuarto, y Miel lleva los lienzos, luego desarmamos el caballete y lo llevamos por parte, cuando terminamos yo me siento en mi cama mientras la veo armando el caballete muy concentrada. Me concentro en ella, como lo arma tan delicadamente, en si ella es delicada, es sus gestos, como habla, como se viste...

- ¿Quieres que te ayude? – le pregunte.

- No, estoy bien. Ya me ayudaste mucho. – pone un mechón rojizo atrás de la oreja.

- Para que están los amigos.

Me sonríe y se para, pone un lienzo en el cabestrillo y comienza a sacar algunas pinturas, comienza a pensar en lo que quiere pintar.

- ¿Alguna idea? – me pregunta mientras tomo mi guitarra.

- Pues... - pensé. – No sé.

- Mmm... - comienza a ver por mi habitación algo para poder pintar.

Recuerdo que mi mamá compló unas flores y las puso en el florero que está en la sala, salgo de mi habitación y voy hacia la sala de estar y tomo el florero, son unas rosas muy bonitas, subo a mi cuarto y le dejo el florero en el escritorio. Ella mira el ramo de flores y se acerca.

- Están muy lindas. – dice viéndolas y es cuando se ata el cabello de una cola de caballo y me mira. – Gracias. – y comienza a poner un poco de pintura en el lienzo.

Mientras me siento en la cama y toco un poco la guitarra, no puedo creer que he vuelto a tocar, es decir... se supone que no iba a tocar de nuevo, desde la muerte de mi padre dije que no tocaría de nuevo, que claro yo no sería el mismo de antes. Pero cuando conocí a Miel, me dieron ganas de no solo salir de fiestas y beber, siento las ganas de vivir... tal vez si tengo una oportunidad en la vida.

- ¿Qué piensas? – escucharla hace que vuelva a la realidad, ella me mira con curiosidad, ya tiene un poco las manos manchadas con pintura roja y verde.

- Nada en especial. – dije mirándola con atención.

- ¿Nada en especial? – me mira con duda. – ¿Entonces me escuchaste lo que te dije? - ¿me estaba hablado?

- Obvio que sí, siempre te escucho.

- ¿Entonces qué opinas? ¿Te gustaría hacerlo? - ¿hacer qué? ¿Un pastel de chocolate? ¿Qué le dé un beso? ¿Qué cosa?

- Claro, me parece bien. – solo digo que sí.

- ¡Genial! – me sonríe. – Entonces nos vemos el sábado a las siete de la mañana para hacer servicio comunitario, hay que limpiar la playa, luego los parques... - abrí la boca sorprendido ¿hacer servicio comunitario un sábado a las siete de la mañana? ¿Por qué dije que sí? Miel comienza a reír.

- Ves como no me estabas escuchando, porque en primer lugar no te hable hasta que te pregunte en que pensabas. Así que igual eso me confirma que si pensabas algo.

- Eres lista. – la mire. – Solo pensaba en el examen de matemáticas. – mentí, no me importa ese examen y no quiero decirle que pensaba en ella, por alguna razón no quiero hacerlo ahora.

- ¿Qué es lo que te preocupa? Te puedo ayudar.

- Bueno... da igual.

- Si quieres estudiamos juntos, te puedo ayudar y así apruebas.

Lágrimas de miel. #1Where stories live. Discover now