— No digan nada, ni se rían. —los apunte, ellos asintieron algo confundidos. Me senté al lado de Sam minutos después Anthony llegó.

Sam y Amanda casi se ríen, pero para mí buena suerte Anth no se dio cuenta.

— Buenos días, Anthony ¿Cómo dormiste?

— Con los ojos cerrados. —dijo sin ánimos, sentándose mi lado.

— ¿Amanecimos de malas? —habló Sam, Anthony la fulmino con la mirada.

Alcance su mano, la entrelaze con la mía y comencé a acariciarla, eso pareció relajarlo. Su relación de hermanos es la típica: sacar al otro de sus casillas.

Casi siempre he hecho ese gesto, se ve que le agrada y a mí también.

— Al menos ya habla. —comentó Amanda, dándome un plato de hot cakes.

El desayuno transcurrió tranquilo. Hasta que Sam se empezó a reír, seguida de Daniel, Amanda y de mí.

— ¿Qué les sucede? —nadie respondió, sólo se seguían riendo.

Anthony confundido salió de la cocina, mala idea.

— ¡Camila Hamilton! ¡¿Que me hiciste?! —se oyó el grito de Anth por toda la casa.

— ¡Venganza! —grite de vuelta desde mi lugar.

— Creo que es mejor que corras. —aconsejo Sam al ver a Anthony en la entrada de la cocina, enojado, muy enojado.

— ¿Si verdad? —no espere más y salí corriendo, con Anthony detrás mío. Vi detrás de mí y venía cerca, casi alcanzándome.

Corrí lo más rápido que pude por la casa, hasta llegar al lugar de la piscina.

Perdí a Anthony, no llego detrás de mi como creí. Volte hacía todos lados y aun así no lo veía.

— ¡AHHHHH! —grité, cuando sentí que alguien me tacleaba por mi izquierda, cayendo ambos a la piscina.

Aunque la piscina no estuviera taan profunda, aún así mis pies no tocaban el fondo.

Al salir a la superficie comencé a toser, por la sorpresa del empujón, trague agua.

Unas manos en mi cintura me ayudaron a llegar a la esquina, donde pude sostenerme mejor.

— Hey, hey, ¿estas bien?

— ¡Fantástico! Solo tomé agua y casi muero. —dije irónicamente, pero el rió— ¡Genial! Mi casi muerte te da risa.

— Oye, yo no dije eso. Además, es la venganza de tu venganza. Estamos a mano.

— Te odio. —golpe su hombro, pero ni le dolió.

— No lo haces.

— ¡Pude morir ahogada!

— No exageres. No te dejaría morir. —me dio una sonrisa sincera, que al instante respondí.

— Cierto, luego tendrías que pagar el funeral.

— Eso es lo de menos.

— ¿Sabes que? Me voy, empiezo a tener frío.

Ambos salimos de la piscina, y comenzamos a caminar hacia la casa. Pero antes de eso, empuje de nuevo al agua a Anthony.

— ¿¡Qué mierda Camila!? —grito enojado.

— ¿Verdad que no es divertido? —le levante mi dedo corazón. 

¡LaRusso me gustas! - Anthony LaRusso Donde viven las historias. Descúbrelo ahora