Capítulo 185: Comienza la acción

Comenzar desde el principio
                                    

—...

—Durante el proceso de olfateo, nuestro perro policía tuvo una fuerte reacción al lote de jarabe de su almacén de Guangzhou, pero el contenido no eran drogas ni explosivos —dijo el alguacil, que sacó un montón de papeles y le pidió al pequeño policía que estaba a su lado que se lo entregara a Lu Zhishu.

Lu Zhishu miró y vio las palabras “Informe de identificación forense”. Al mismo tiempo que escuchó al alguacil decir:

—Después del análisis, resulta que los ingredientes son los de un medicamento raro que apareció en el caso Huang Zhilong. Es decir, en ese momento, el criminal inyectó agua de la obediencia al oficial de policía Chen, lo que causó que lo ingresaran en el hospital ya que resultó herido. 

—…….

—Señora Lu, Zhilong Entertainment son los usaban el agua de la obediencia. Entonces los que producen el agua de la obediencia... ¿Es su farmacéutica He? 

La cara de Lu Zhishu era como yeso— ¡Tonterías! ¡Estás incriminado falsamente!

—Esto es solo una pregunta de rutina.

Lu Zhishu dijo— No sé lo que es el agua de la obediencia… ¡No he desarrollado ningún agua de la obediencia! Este jarabe para la tos es una droga regulada, aprobado por el país. Se ha vendido durante tantos años,¡ y nunca ha habido reclamos!

—Pero se detectó que la solución encontrada aquí es el mismo tipo de sustancias que las drogas prohibidas utilizadas por Zhilong Entertainment.

El pecho gordo de Lu Zhishu se agitaba como una rana toro. Después de un rato, de repente pensó en algo y dijo bruscamente— Esto es lo que se encontró en un almacén Guangzhou. Hay tantos empleados entrando y saliendo de un almacén todos los días. ¡Todos tienen la oportunidad de reemplazar el jarabe original con esta llamada droga prohibida! ¿Cómo pueden probar que esto es producido por nosotros? ¡¿Cómo pueden demostrar que esto es lo que pretendemos comerciar?!

—¿Está tratando de decir que cree que alguien deliberadamente incriminó a la farmacéutica He? 

—¡¿No es obvio?!  —Lu Zhishu apretó con fuerza sus cinco gruesos dedos como zanahorias, y dijo con voz temblorosa—. ¡Es una conspiración que ha sido calculada! Es solo que alguien quiere tomar ventaja de él reciente funeral de mi esposo, y las lagunas en todos los aspectos de la compañía que aún no se han llenado. Aprovechando esta laguna, cambió deliberadamente la medicina para incriminarnos.

Varios policías se miraron unos a otros.

El alguacil principal dijo— Entonces, nunca has usado esta poción, y mucho menos producido, ¿verdad? 

—... ¡sí!

El alguacil se cruzó de brazos, golpeando ligeramente las yemas de los dedos en sus brazos.

—Señora Lu, dado que nos conocemos desde hace muchos años y que el grupo He también ha pagado un montón en impuestos al país, le aconsejaría que me dijera si hay algo, sería mucho mejor que lo explicara antes que después. Mentir no tiene buenos resultados.

La cara de Lu Zhishu se puso pálida, y unas pocas palabras salieron de sus gordos labios— Estoy diciendo la verdad. Nuestro grupo no ha hecho nada que viole leyes y las regulaciones, lo juro por Dios.

—Señora Lu usted no es religiosa, ¿verdad? No vale de nada jurarlo por Dios.

Hubo un sonido agudo en la transmisión, y una voz burlona vino de la esquina de la sala de interrogatorios.

Lu Zhishu levantó la cabeza…

Era un altavoz para monitoreo externo en la parte superior izquierda. Cuando estaba en interrogatorio, no solo los que estaban en la habitación estaban mirando, sino que también había personas en el monitor de vigilancia.

—¿Quién? —ella se estremeció.

—¿La señora Lu no puede oír mi voz? Está bien, entonces iré directamente a usted, espere un momento.

Después de un tiempo, la puerta de la sala de interrogatorios fue abierta por el policía de guardia, y en la deslumbrante luz entrecortada de afuera entró la figura corpulenta de un hombre. El hombre era demasiado alto, probablemente medía un metro noventa, de modo que tuvo que bajar un poco la cabeza cuando entró por la puerta. Cuando entró, se enderezó, levantó la cara y puso las manos en la espalda. Era una postura militar habitual.

Libro de Casos ClínicosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora