28. Sumar y restar cosas

Depuis le début
                                    

—Joder, Ry, ¿es lo que creo que es lo que llevas puesto?

Parecía sin aire. El calor se arrastró por mi rostro, quemándome la cara cuando sentí las mejillas ardiendo. Me había puesto el conjunto de lencería que había comprando junto a Enna hacía semanas, siempre pensé que le iba a gustar, pero no sabía a que grado, y ahora estaba gustosa de llevar eso. Lo que sus ojos me hacían sentir, lo preciosa y sexi que me sentía bajo su escrutinio no tenía comparación.

—¿Te gusta?

—Creo que tu pregunta me ofende, Cereza —bramó, rodeándome la cintura con sus dos manos, en un toque posesivo —. Joder, es que estás preciosa, ¿puedo tomarte con ello puesto?

—Pensé que estabas borracho —La burla se deslizó por mi lengua en un movimiento nervioso, sin importar los años que pasaran la intensidad de Alaric siempre me dejaría sin habla. A veces, incluso podría reírme a carcajadas en medio de un orgasmo a causa de los nervios.

Su erección golpeaba contra mi estómago.

—Estoy muy lucido ahora mismo —su dedo indice delineó mis labios y soltó un gemido —. Me pondré muy muy mandón ahora, ¿está bien para ti?

—Años y todavía sigues diciendo eso.

—Nunca intentaría ponerte en una situación incomoda, mucho menos atentar contra tus deseos, Cielo —murmuró a centímetros de mi boca —. Así qué...

—Si algo no me gusta debo decirte al instante —recité —. Si es demasiado solo debo decir alto y te detendrás. Y si quiero algo tengo todo el derecho a expresarme.

Asintió complacido.

—Los deseos de mi prometida son ordenes —dictaminó —. Ahora, ponte de rodillas, Cielo, separa los labios, y déjame introducirme dentro de tu calor.

Sus dedos dejaron de sostener mi cara, el deseo ya se movía por todo mi cuerpo, me latía el corazón y otra parte...Me deslicé al suelo hasta caer sobre mis rodillas, la vista era simplemente fantástica. Alaric no tenía un cuerpo extremadamente musculoso, pero era fuerte y con los lugares perfectamente proporcionados, amaba la manera en que sus músculos se contraían cuando respiraba con esa pesadez. El color de sus ojos se oscurecía y esa postura y mirada felina se apoderaba de él, haciéndome sentir poderosa.

Alaric tomó mi cabello, soltó los adornos que tenía sobre este y lo dejó caer lacio hasta mis codos, para luego tomarlo en un puño y tiró hacia atrás para conectar nuestros ojos. Le sonreí, ocasionando que gruñera.

Deslizó la cabeza de su pene en mi boca, empujándose lentamente, Alaric siempre tenía esa ternura y esa linea paciente, velando por mi comodidad en todo momento. Él conocía hasta donde podíamos llegar, por eso se deslizó totalmente hasta que estuvo enterrado hasta mi garganta.

—Mierda —gruñó, se quedó quieto por un momento, como si estuviese reuniendo todo su autocontrol para no enloquecer, pero no duro mucho tiempo hasta que estuvo guiándome, envolví su punta con mi lengua cuando se retiró, y gemí, haciéndolo temblar, cuando empezó a entrar y a salir de mi boca. Chupo y lamo, dejándolo tomarme por completo, loca por llevar mi mano a mi entrepierna y tocarme, me remuevo, sintiendo la humedad acumularse —. Tócate —Me ordenó.

Siempre leyéndome mejor que un libro abierto, deslicé mi mano hasta mi lugar más sensible y gemí, cuando mis dedos encontraron el botón que zumbaba por atención.

Su cuerpo tembló, y el mío le siguió, su sabor envolviéndome, dos lágrimas se deslizaron por mis ojos a medida que se enterraba dentro de mi boca, pero todavía no era demasiado, todavía podía tomarlo. Mis gemidos parecían gustarle, se sacudía cada que brotaban de mis labios.

7661 KM para Besarte [#1] ✓Où les histoires vivent. Découvrez maintenant