La espía que tenía en el viejo palacio le aviso el horario de la Sultana Mahidevran día y noche.

Ahora mismo ella debe estar en sus habitaciones a punto de dormir, y el se encargaría de cuidarla en su sueño.

Tenía el lugar correcto, la vigilará frente a su ventana mientras dormía.

Y así velará por ella esta y todas las noches.

Lo extraño es que su rosa no durmió esa noche.

Cuando desea poder estar en esa habitación, cuidarla y encargarse de que pueda dormir.

Muy pronto lo haría.

La mañana siguiente.

Melek Hatun le había notificado donde se encontraba su mujer.

Estaba en el jardín, en la banca detrás de los arbustos.

Y ahí es donde se encontraba, mientras el la observaba detrás de los arbustos.

Era hora de llamar su atención.

- Que Alá me ayude - murmuró al cielo antes de lanzarse de lleno hacia los arbustos, haciendo creer que se tropezó.

De reojo vio cómo ella se asustaba y le miraba preocupada y vacilante.

Talvez su plan no funcione, y la verdad es que no fue el mejor de sus planes, estaba lleno de hojas y mientras trataba de zafarse ellas escucho la dulce voz de su amor.

- Te ayudo - murmuró Mahidevran mientras le extendía la mano y en la otra tenía un pequeño libro - tomé mi mano.

Funcionó.

Levantó un poco la mirada para asegurarse que no había enloquecido.

- Gracias - por dentro saltaba de alegría de lograr su propósito y más cuando por fin tomó su mano extendida.

Su mano, suave y que le daba una sensación de comodidad inexplicable.
Pensó mientras su corazón se aceleraba y su cerebro le gritaba que no soltara la mano de su mujer.

Miró hacia arriba para observar la belleza de su rosa.

Estaba igual de hermosa, no había cambiado ni un solo gramo de su belleza. La vio sonrojar se y mirar hacia abajo, quiso tocar esa rosada mejilla y poder besarla.

- ¿podría soltar mi mano? - le pidió suavemente.

-¡Claro! ¡Perdóneme! - murmuró apresuradamente soltando la mano de la castaña siguiendo su papel perfectamente planificado - ¿Podría saber el nombre de mi salvadora?

La observó apenarse.

- no soy una salvadora - murmuró.

- para mi si lo es - sonrió, era verdad, era su salvación y su motivo se seguir con su deber en el imperio, si no fuese por ella, habría renunciado hace mucho tiempo a todo.

- Mahidevran - le reveló extendiendo su mano para que la estrechara,¿estaba rompiendo el protocolo con el?

Aunque en realidad, el protocolo se rompió desde el momento en que decidió ayudarlo pero eso no le importaba, había logrado obtener su atención y con eso estaba más que feliz.

- Orhan - reveló tomando su mano - y al parecer seré su nuevo guardia, órdenes de la Madre Sultana Ayse.

Una pequeña mentira más, no le haría daño.

Su rosa solo le miró sorprendida.

- ¿pero como? ¿Que sentido tien.....

- ¡Mahidevran Gülbahar!

La rosa del Sultán. Where stories live. Discover now