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Cuando Ericka despertó estaba atada a una silla en una habitación amplia y llena de muebles viejos. Se sentía mareada y un punzada en su cabeza le indicaba que la habían golpeado con algo.

—¡Ericka! -una voz conocida la llamaba desde lejos. Eso le daba esperanzas y aliviaba un gran peso en su pecho.

—¡Casiopher! ¿En donde estamos? -esa pregunta era crucial e inquietante en esos momentos.

Ericka vio como el chico se acercaba a ella pero detrás de él aparecieron otras figuras. Ericka los reconoció al instante. Eran las otras personas que aparecían en el globo aerostático.

—Estamos bien, creo... -el chico de lentes se paso la mano por la cabeza sin tener una gran expresión de seguridad.

—Buenas noches, señorita Gonzales. -el hombre no daba buena espina. Su voz era ronca y parecía lastimada.

Ericka los miró con recelo. Ellos sabían su verdadera identidad.

—¿Ustedes quiénes son? Vi sus rostros en el globo, son buscados por...

—Todo el planeta. Lo sabemos, y así lo queremos. -contestó ahora una mujer que llevaba piercings y tatuajes en todo el cuerpo.

—Ellos son los... ¿Strike? -agregó Casiopher al notar que Ericka quedaba igual.

Casiopher parecía estar tan confundido como Ericka pero al menos estaba libre y eso le daba a Ericka esperanzas vagas.
Aunque aún no entendía a aquellas personas a su alrededor, los habían secuestrado por alguna razón y no esperaba que fuera nada bueno. Sería mentira llegar a pensar que los secuestraron para ocultarlos de su padre y si así fuera, habría un costo por ello.

—Berculli decidió el nombre, pero sí. Nosotros queremos lo mismo que ustedes: acabar con el régimen de tu padre.

—Y por lo que sabemos, tú deberías estar bajo tierra. -agregó uno con ojos asesinos. Otro le dio un codazo.

—Y eso no nos importa. Lo que verdaderamente queremos es que trabajes con nosotros. Necesitamos tus habilidades para escabullirte por todas las zonas sin ser detectada.

Muchas personas hablaban a la vez y Ericka debía mover la cabeza para ponerle atención a todos. Tuvo que hacerse un campo para poner sus preocupaciones claras y altas:

—¿Con qué propósito?

Esa era la cuestión de todo.

—Un golpe de estado. Pondremos bombas en los muros de todo el país y así estos caerán. Ya tenemos personas de todas las clases dispuestas a luchar unidas para volver a la sociedad justa de antes.

—Suena muy lindo y todo pero ¿Cómo destruir las barreras impide que los Triske no vuelvan a construirlas?

—Eliminando a las cabezas de la Hidra.

Ahora la cuestión sonaba interesante. Si tenían información como para tener esa afirmación a la vista.

—Hemos descubierto que en todo el planeta existen sujetos que son los verdaderos controladores del régimen. Cada uno distribuido por sectores demasiado grandes pero siempre con un labor común: mantener bajo control a los mandatarios. Son cabezas de familias poderosas.

—Así que si destruimos esas cabezas de raíz no podrán ordenarse a tiempo antes de que nosotros arrasemos con todo.

Ericka se quedó callada. Ella ya tenía una leve noción de aquello; no era información tan nueva como esas personas lo creían pero tampoco era un mal plan.
Decidió aceptar unirseles y brindarles todos los consejos que necesitaran.
Al fin y al cabo la tenían atada de manos de forma muy sutil: Casiopher era un rehén.

Hija de la Ley y el CaosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora