〘Capítulo 18〙

Start from the beginning
                                    

Sonríe y mordiendo su labio inferior y se ve sexy, endemoniadamente sexy.

¿Digo qué? ¡No! No se ve sexy.

Miro hacia otro lado para que no vea mi rostro ruborizado, pero él me lo impide, ya que usa su mano disponible para sujetar mi rostro y obligarme a verlo.

—¿Por qué no lo aceptas? —inquiere con una pizca de curiosidad en su lujuriosa mirada.

—No tengo nada que aceptar.

—Yo te gusto —afirma en un susurro cargado de excitación y yo niego con la cabeza en un burdo intento de engañarme a mi misma. Hades Fenrir no solo me gusta, sino que me trae mal y cada vez que lo veo siento que tengo que huir, pero a la misma vez me tiene mal la extraña necesidad de que me consuma, que me lleve a su infierno y poder... poder volver a probar ese ligero vestigio de placer en el que me sumergió.

—Tu-tu no me gustas Hades —la mentira sale de mi boca y pica.

—Se que mientes Gianna —acerca su rostro al mío, a punto de sus labios rozar mi boca y paso saliva, alejando mi rostro lentamente, pero no hay lugar donde hacerlo ya que mi cabeza choca con mi cama—. Y tú también me gustas a mí, mucho más de lo que me gustaría admitir.

Hades observa mis ojos y su voz sale suave y tersa, como si acabara de contarme un secreto que quiere guardar para nosotros. Su confesión se siente tan íntima que cala en mi ser, lentamente y pone mi cuerpo... en el limbo.

Mi corazón da un vuelco en mi pecho, y abro la boca para hablar, pero la vuelvo a cerrar sin encontrar las palabras.

Hades observa ese vergonzoso bloqueo y parece disfrutar el hecho de ponerme en esa situación donde me encuentro indefensa y avergonzada, como una niña pequeña e inexperta en todo esto. Pero es que mucho de eso es real, no sé qué hacer, así que solo lo observo estupefacta.

Avergonzada, sí, pero estupefacta por mil.

Yo también le gusto.

Él me gusta. Pero yo no soy tan valiente como para admitirlo. Prefiero que sea un secreto porque el decirlo se siente irreal, siento que va a burlarse de mí y me cuesta admitirlo, pero tengo miedo, tengo mucho miedo.

Y ahora Hades acaba de decirme que le gusto... Dios es tan difícil de procesar y lo más difícil es que no sé qué hacer.

El chico de ojos plata se queda observándome expectante, como si la confesión que acaba de hacerme necesitara una respuesta y yo me siento tonta por no saber que decir. Solo lo observo asustada mientras proceso lo que me acaba de decir, aunque veo que su expresión se va apagando mientras yo continúo en silencio.

¿Qué hago?

¡Maldita sea qué hago!

—Dí algo chica promiscua —murmura mirándome con necesidad y yo me maldigo por este mal momento para ser cobarde—. Lo que sea.

Pero no puedo. No puedo pronunciar palabra alguna porque todas se traban en mi garganta. Mi mente en blanco tampoco ayuda y ahora mismo lo único que siento es mi corazón desbocado golpear en mi pecho.

Observo los ojos de Hades, los cuales van perdiendo esa emoción y entonces, sin saber por qué pero impulsada por una tonta corazonada acompañada de mil emociones juntas en mi ser, sujeto su rostro entre mis manos, acunando sus mejillas y percibiendo la calidez de su piel bajo las palmas de mis manos.

Se siente irreal y a la misma vez aterrador, es como una mezcla entre amarga y dulce, pero eso soy en estos momentos, una contradicción que no sabe manejar sus emociones. Embriagada de miedo y a la misma vez en un éxtasis de emoción.

El Juego de HadesWhere stories live. Discover now