UNA SERENDIPIA EN EL ESPACIO EXTERIOR

Începe de la început
                                    

- ¿Me quedaré contigo, no? - preguntó Zhan, tomando su mano y entrelazando sus dedos.

Yibo asintió totalmente seguro.

- Estoy nervioso... - murmuró el peliplateado, y rió por lo bajo.

- Te amarán, igual que yo - Yibo dejó un pequeño beso en sus finos labios, haciendo a sus estrellas bailar. - Verán que eres bueno, se te nota de lejos, me has traído aquí despues de todo.

Zhan sólo asintió y reteniendo el aire en sus pulmones para que no escapara su valentía tampoco, presionó el botón que abría la puerta, una rampa apareció en el suelo de la nave y comenzó a descender, hasta tocar el suelo terreste, y una vez firme, bajaron ellos.

Yibo fue adelante, al ver a la gente de la agencia alzó su mano para saludar, después notó que eran más agentes de seguridad, de uniformes negros, con escudos y armas que los científicos con los que había convivido.

- ¡Soy Wang Yibo! - anunció, tocando la Tierra con sus pies por primera vez en mucho tiempo - ¡Estoy de vuelta! - se presentó en cuanto vió a los oficiales alzar las armas hacia él, lo miraron un segundo y con eso fue suficiente para entender que no le iban a disparar.

Y se sentía un gran tonto en verdad, porque no fue hasta ese mismo segundo en que se dio cuenta que en habían estado por dispararle, realmente.

Quizás el amor lo había cegado de una forma que era mucho mayor a lo que esperaba, lo había entorpecido de una manera que lo superaba en enormes cantidades.

Estaba frente a los mismos que lo habían dejado morir en el espacio, y como un tonto, había traído al maravilloso ser que lo había salvado.

- Yibo, ¿Qué hacen? - murmuró Zhan en su oído.

- ¡Alto! - las armas se alzaron todas contra el peliplateado, y al ver la cantidad de puntitos rojos de los lásers que se posaban en el pecho y en la frente de su linda estrella, Yibo quizo gritar del pánico que lo inundó.

Zhan no comprendía nada de eso, había escuchado que los humanos eran amables y amorosos, que lo atenderían con mucha comida rica y lo mantendrían cálido y lo harían sentir como su hogar.

No entendía que la Tierra no era un hogar para él, porque los humanos son ásperos y tienen más maldad que los suyos, tan poca empatía y demasiada indiferencia, y que en verdad, no podían ver nada de bondad, ni siquiera entre humanos, menos en una estrella.

Yibo se colocó frente a él y lo abrazó con fuerza contra su pecho, escondiéndolo, protegiéndolo de cualquier cosa que pudiera recibir.

- ¡No le hagan nada! ¡Él no es una amenaza!

- ¿Amenaza? - Zhan se sintió mal por ser considerado algo malo, él no hacía esas cosas, él era bueno, siempre había sido bueno.

- Zhan...Deber irte, debes huir, lo siento, lo siento por no pensar que esto pasaría.

- P-Pero.

- No serán buenos contigo, ningún humano lo será.

- Pero tú eres humano, Yibo.

- Pero yo tampoco te haré bien - dijo el rubio, con la voz algo rota. - Súbete a tu nave y vete lejos, lo más lejos que puedas lo más rápido posible.

Zhan quiso llorar allí mismo.

- ¿Y tú?

- Yo tengo que quedarme aquí.

El peliplateado negó, frotando su rostro en la remera del humano.

- N-No...Ya te encontré, no...Eres mi Estrella Binaria, debo estar contigo... No pueden separarnos así.

- ¡Señor Wang, aléjese y no será lastimado! - Yibo supo que todas las armas apuntaban a él.

- Vete - murmuró Yibo. - En serio... Vete, por lo que más quieras en el universo, vete y no regreses nunca más.

- Eres lo que más quiero - confesó Zhan.

Yibo sonrió y las lágrimas se juntaron en sus ojitos.

- Eres lo que más amo - dijo Yibo.

- ¡Tiene tres segundos, Wang! ¡O abriremos fuego! ¡Tres!

- Fue un gusto conocerte, gracias por existir - dijo Yibo.

- ¡Dos! - el rubio sintió su corazón desbocar, Zhan no se había escapado de sus brazos y la rampa a la nave era bastante larga como para llegar, comenzó a rezar por dentro.

- Yo en serio lamento existir - murmuró Zhan, y el humano no tuvo ni un segundo para intentar consolarlo de un pensamiento tan malo.

El cuerpo de Zhan comenzó a brillar de forma cegadora, haciendo que Yibo cerrara los ojos con fuerza con temor a quedar ciego, sintió como si fuera arena escapando de su abrazo, y fue casi tan rápido como un disparo, una estrella fugaz entró a la nave, la rampa se cerró con un fuerte golpe y a los dos segundos se propulsó a los cielos con gran fuerza, haciendo que Yibo, aquel simple humano que ahora tendría que lidiar con lo peor de su propia raza, cayera hacia atrás.

Boca arriba, sobre el pasto de aquel campo de la Agencia Espacial, en una Tierra que ahora se sentía totalmente sola, Yibo vió a su estrella alejarse, y con un último destello desapareció de la vista, a miles de miles de kilómetros en el cielo, fuera de la atmósfera y de su mísero alcance.

❝Fue ese día lo que comprendí perfectamente lo que un corazón roto significaba, y me dejó completamente destrozado.

Los días que le siguieron no fueron mejores, cada vez me desesperaba y no conocía nada de Yibo, intenté contactarlo en sueños, pero ninguna vez funcionó, tenía la certeza de que estaba vivo sólo porque yo también lo estaba, y no sabía nada más.

Pero, ¿Qué tan vivo puede estar alguien sin su otra mitad? No creía que mucho.

Y tan poco vivo como yo me sentía estaba Estrella Binaria, ahora sola, igual que yo.❞

Bitter StarUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum