Capítulo I - La Leyenda

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Años, meses, semanas, días, horas, minutos, segundos...

Un largo recorrido consumido en un suspiro.

~ ¿Es acaso así la vida? ~

Kitsune nunca había podido dejar de preguntarse aquello, pues su vida, a diferencia de cualquier otra, nunca terminaría.

Todo comenzó el día del solsticio de invierno del año 226 A.E. (de la Antigua Era), pues en aquel gélido y nevado día, una loba dio a luz a un pequeño cachorrito. Este cayó despavorido en la nieve, y debido al incesante frío, su madre le dio por muerto, abandonándolo. Pero en el instante en el que su alma se escapaba de su cuerpo, un copo de nieve decidió caer sobre su pequeño hocico. Pero no era un copo cualquiera, pues las leyendas cuentan que una vez cada milenio, las lágrimas de los dioses humanos caen a la tierra, existiendo la leve posibilidad de que estas se acaben congelando y fundiendo con un pequeño copo de nieve; este copo, lejos de destacar por encima de los demás, encoje y toma un leve tono dorado haciéndolo parecer más una joya que algo natural. Mucha gente ni si quiera toma en cuenta este tipo de leyendas, pero aquel día, un pequeño copo dorado se colocó sobre el pequeño morro de aquel cachorro moribundo y le infundió tal cantidad de vida, que se transformó en humano y, más tarde, en leyenda.

Kitsune Yuki nació cuando el mundo todavía no era nada, pues en aquellos años los humanos vivían en pequeñas tribus alejadas unas de otras por miles de kilómetros.

Yuki (como suele llamarse) tuvo sus primeros contactos con la humanidad en aquellos años, pues, tras su nacimiento, una joven le encontró, le crio como su propio hijo y le puso su actual nombre. Él creció y creció y cumplió los 25 años. Por aquel entonces ya era todo un hombre: era alto; delgado, aunque fuerte; tenía el pelo largo, moreno y ondulado, por lo que normalmente se lo recogía en un moño; su tez era blanca; sus facciones duras, aunque suaves al mismo tiempo y sus ojos verdes. Destacaban sus pequeños pendientes de aro dorados, que le regaló su madre en su vigésimo cumpleaños; y su collar de un pequeño lobo de metal. Ésta sería su apariencia por el resto de sus días, pues los años siguieron pasando, pero nunca más para él.

Poco a poco llegaron las muertes de su familia: su padre murió tras el ataque de un ciervo, años más tarde sus dos hermanos también murieron en una reyerta con una aldea vecina... aunque lo peor fue cuando llegó la hora de su madre, pues en su lecho de muerte le confesó la verdad: que no era su hijo, que le había encontrado abandonado en la nieve y había decidido adoptarle, que le amaba, y que no la importaba quien o que fuese, porque ante todo siempre iba a ser su hijo.

Pero no todos en la aldea pensaban igual, y al ver que Yuki no envejecía, la envidia comenzó a corroer sus entrañas y a controlar sus actos. Todo aquello desembocó en un enfrentamiento con Yuki, el cual, a duras penas, consiguió huir de aquella aldea, a la que jamás volvería, pues su decepción fue tal, que nunca jamás volvió la humanidad a saber de él.

La gente siguió hablando de aquel eterno joven, de aquel zorro blanco que jamás envejeció. Las historias se convirtieron en mito, y el mito acabó convirtiéndose en leyenda:

La Leyenda de Kitsune, el Zorro Inmortal.

La Leyenda de Kitsune Yuki, el Zorro Inmortal.Where stories live. Discover now