—¡Victoria! Perdón pensé que se había ido ya– hablé nerviosa, me sentía pequeña y muy avergonzada tanto que no fui capaz de tutearla.

—¿Cómo sin despedirme? Por favor señorita Castellanos no soy tan descortés– respondió con calma, como si disfrutara el momento mientras yo estoy echa un manojo de nervios. Tardé un poco para darme cuenta que me había seguido el trato formal, seguro ya noto que estoy que me doblo de la pena a Victoria no se le va ni una sola. Su mirada me recorrió lentamente desde mi cara hasta mis rodillas al mismo tiempo que pasaba otra toalla por su cabello.

—Yo, si es verdad. Debí haberlo imaginado, parece que aún no despierto del todo– buscaba sus ojos a toda costa parece una locura lo necesario que se vuelve mirar sus expresiones, a veces me dicen más que sus juegos de palabras, aunque otras tantas también me confundían.

—Ya veo– responde mirándome a la cara de nuevo. –Entiendo que no estuviera enterada de mi presencia, pero mire que andar semidesnuda frente a mí me parece un tanto atrevido ¿O a caso intenta seducirme Dayan?– mis ojos se abrieron como platos, lo había olvidado.

—¡Claro que no!– respondí casi ofendida.

—¿A no?– se aproxima a mí y me falta cada vez más el aire.

—Por favor Victoria no soy esa clase de mujer– su cara estaba cerca de la mía y sus ojos se entrecerraban sin dejar de mirar los míos.

—No sea tan despectiva, lo dice porque no lo ha intentado.

—¿Seducirla? – ahora sí estaba muy nerviosa ¿había entendido bien? Sentí un subidon de energía desde el momento que se acercó, no sé qué le pasa a mis hormonas últimamente.

—No ha sido necesario pero me encantaría verlo. – Me regala una ligera y cínica sonrisa. Me derrito. –Duchate te espero afuera, de prisa porque se hace tarde– sale del baño y me deja ahí, perpleja, con un cosquilleo en el vientre bajo.

Me bañé lo más rápido que pude, salí a cambiarme y Victoria ya no estaba en la habitación, seguro estaría esperando en la sala. Vi el reloj más vale apresurarme. Me vestí y maquillé en 17 min ahora si era tiempo récord.

Victoria estaba frente a la ventana atendiendo una llamada, se le escuchaba algo enfadada y ese tono duro como si fuera un sargento dando órdenes.
Esperé en la puerta, prefería no interrumpir esa batalla telefonica no vaya a ser descargue su furia contra mí. No es miedo, es respeto.
Vi las cobijas que había tendido en el sofá perfectamente dobladas y en la cima la almohada, Victoria no dejaba de ser perfeccionista aunque no fuera su negocio. Me dió un poco de risa "que patética Dayan, igual terminaste durmiendo con ella". Dije para mis adentros.

—Informale que cualquier inconveniente se dirija a mi directamente conoce mi numero–  a primera hora y ya estaba estresada, me sorprende que aún tenga cabello.
—Hay que irnos– dijo cortante después de terminar la llamada.

Aún no llegabamos a la empresa y ya tenía de nuevo postura de jefa, estaba erguida sin despegar la vista al frente ni siquiera en los semáforos, no había salido una palabra de sus labios desde que salimos de mi apartamento, no soy psicóloga pero por su mirada algo perdida puedo notar que algo la tiene pensando demasiado. Seguro fue por esa llamada, pero a diferencia de ella yo no me quería agobiar tan temprano comienzo a familiarizar los cambios drásticos de Victoria así que trato de pensar menos en ello para que no me afecte tanto.

Hemos llegado, así que en silencio respetando su lejanía me bajo del auto, ni siquiera parece que dormimos en la misma cama. Esperó en el auto un poco más después que me bajara, tal vez no quería que nos vieran llegar juntas. Otro pinchazo en el pecho. Eso dolió, pero la comprendo yo accedí a ser esto, como se llame.
A penas puse un pie dentro vi a la recepcionista de rizos que no me he tomado la molestia de memorizar su nombre a pesar que siempre me recibía con una sonrisa, me sentí un poco mal. Lo segundo que vi fue a Rebeca, estaba en su cubículo seria y trabajadora. Se me escapa una sonrisa leve, es ella el único ser humano que he decidido que me acompañe en este embriollo y lo único que ha hecho por mí es ayudar.

—Hola–  digo juguetona mientras le cierro el computador provocando una sonrisa enorme de su parte.

—Estás de buenas eh y mira esa falda si no fuéramos tan amigas pensaría que quieres provocarme.

—Mmm no, no eres mi tipo– respondí restándole importancia a su comentario pero Rebeca se llevó una mano al pecho y finjio estar ofendida de una manera exagerada haciéndome soltar una carcajada.

—¡Oye! – se inclino hacia mí para susurrar algo, la conocía tan bien que sabía que ese ademán lo hacía antes de soltar un chisme –¿Sabes algo de la señora Beltrán? Llegó su prometido hace media hora, se veía molesto y si no me enteré mal Victoria no llegó a dormir ¿Será que le está pintando los cuernos?

Me atraganté con mi propia saliva. Seguro por eso el cambio tan drástico en su actitud está mañana y que por cierto iba entrando por la puerta. Algunos empleados de ventas le daban los buenos días a lo que ella respondia con un simple gesto con la cabeza.

—Qque cosas dices Rebeca– solté una risa nerviosa pero antes que pudiera notarlo atropellé las palabras –a demás no es algo que nos incumba a nosotras, es su vida privada.

—A veces eres tan aburrida Dayan, parece que la mayor eres tú. Pero en fin si ese fuera el caso es lo mejor que pudiera hacer, Eduardo Villarreal es un asco de hombre, solo ve su convicción me parece sorprendente que esté comprometido pero bueno Victoria también es tan fría y calculadora, bien dicen que siempre hay un roto para un descocido.

—No la conocemos realmente Rebeca– ay no la estoy defendiendo, necesito dejar de ser tan obvia no me siento lista para decirle nada a Rebeca. No hasta que entienda que está pasando.

—Tú me estás ocultando algo ¿Cierto?

—¡Por supuesto que no! A demás ¿Cómo es que tu sabes tanto sobre Eduardo? – volteé el tema como una maestra, dando en el blanco. Cortó su mirada amenazante y la desvío de prisa.

—Es tardísimo, sube ya que no llegas– dice dándome un ligero empujón.

—Esto no se va a quedar así Espino– digo dándome la vuelta y dirigiéndome al ascensor.

—Por supuesto que no cariño, sé que escondes algo.

Prefiero ignorar su comentario antes de delatarme yo sola.

Llegó a mi escritorio y me percató que la oficina de Victoria tiene las persianas cerradas, estoy segura que está su prometido ahí dentro trato de calmarme pero no puedo evitar sentirme algo incomoda o celosa no estoy segura así que me ocupo lo más rápido que puedo para no seguir pensando sandeces.
Después de ordenar algunas diligencias había logrado tener la cabeza fría, hasta que la puerta de su oficina se abrió y salió por ella el hombre trageado que cada vez toleraba menos. Caminó con su altanería directo a mí dándome una náusea repentina.

—¿Usted reservó una habitación en el hotel prestige para mí prometida ayer por la tarde?

Ya no tenía dudas quería vomitar el hígado en ese preciso momento. Victoria le mintió y ahora no podía dejarla colgada en la patraña, solo espero mi ataque de nervios no me juegue chueco. Al fin de todo ella no llegó a su casa por mi culpa.

















...
Hola. Estoy tratando de actualizar lo más pronto que puedo pero les pido disculpas si las dejo intrigadxs más tiempo del que les gustaría.

Hice un ig donde voy a compartir cosas sobre la novela si gustan seguirme y podemos interactuar más, me gustaría saber que piensan de la historia, aclarar dudas o platicar sobre qué más les gustaría leer. Gracias. 🤗

Link ig: https://www.instagram.com/fervor_two/

Plácida condena Where stories live. Discover now