Marina.

A las cinco y media.

CIENTO SEIS DÍAS ANTES.

Las cinco y media, es una hora perdida, una hora muerta. El cielo dormido, se despereza. A las cinco y media conoció a Marina. Quizás había sido el amor platónico de la chica, quién sabe, nadie sabe. Marina es un misterio para todos, incluso, quizás lo sea ella misma. Derek había visto a la joven y misteriosa Marina apoyada en el balcón. Ni siquiera sabe si aquel es su nombre real.

Marina, Marina.

Será porque recuerda al mar. Sin embargo, Marina parece escapar continuamente del mar. Derek, Derek. No es nadie a destacar, a pesar de todo, sabe que odiaría destacar. Quizás por eso llamó la atención a Marina. No creas que fue increíble, simplemente levantó la mirada y la volvió a bajar. 

Marina, Marina.

A las cinco y media, Marina observó con la mirada perdida al chico de ojos celeste y cabellos formando ondas y rozando el tono heno. Marina, opuesto de la mayoría. Marina. Derek, Derek. No sabes si ella sabe tu nombre siquiera. Tú sólo sabes lo que el resto sabe de ella. Es decir, nada. No te hace falta para quererla, Derek, ninguna de aquellas cosas imprescindibles para la mayoría son necesarias para querer a Marina.

Ella es Marina, lo sé con certeza.

Pero, espera,

¿Quién eres entonces tú? Date prisa, antes de que vuelvan.

Date prisa.