〘Capítulo 11〙

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Cuando llego a casa me encuentro a mi abuela en la acera, viendo en el buzón si hay cartas.

Toma una y entra sin darse cuenta que yo estoy a unos metros. Avanzo detrás de ella y cuando me ve me sonríe.

—¿Cómo te fue? —inquiere y yo sonrío.

Horrible.

Bueno, tal vez no tan horrible.

—Súper bien abu —sonrío y camino unos pasos con dolor.

Ay no, tengo que subir la escalera.

Maldita sea.

No vuelvo a follar x2.

Subo el primer escalón y entonces giro la cabeza, notando que mi abuela me observa levantando una ceja, con la carta en la mano a punto de entrar en la cocina.

—¿Estás bien? —inquiere y yo siento que mi rostro enrojece.

—Sí abuela, solo que hoy tuve natación y me hicieron elongar y ufff, no sabes que dolor —miento y le enseño los dientes.

Ella asiente con la cabeza confundida.

—¿No te habrás desgarrado? —inquiere.

Vaya.

Buena pregunta.

Difícil respuesta.

—Tal vez —murmuro y ella camina hacia mí.

—¿Quieres ir al hospital? —inquiere con preocupación y yo niego con la cabeza.

—¡Oh no! Tranquila abuela, estoy bien, seguro no fue nada —rio con nerviosismo intentando huir de la situación—. Ahora voy a mi habitación porque estoy tan cansada —finjo un bostezo y ella deja el tema aunque me analiza.

—Bien, te llamo para la cena —me dice y asiento con la cabeza.

—Gracias abu —sonrío y me giro, suspirando y subiendo la escalera, fingiendo que no me duele.

Apenas llego al piso de arriba, me meto en mi habitación donde lo primero que hago es acostarme en mi cama y suspirar.

Fue una misión difícil pero exitosa, llegué a casa y a mi cama.

Tomo mi móvil y entonces marco un número. Y segundos después ella responde la llamada.

—¿Gigi?

—Mag, tengo algo que contarte.

—¡Espera espera espera! —habla del otro lado de la línea—. Deja que voy por papitas y me cuentas.

—Bien —río y luego escucho sonidos extraños. Me la imagino buscando en su cajón de chucherías.

Segundos después vuelvo a oír su voz.

—Ahora sí, suéltalo todo, aquí tu gurú amiga Mamá Mag te escucha.

Y le cuento todo, con lujo de detalles, de pe a pa y con el rostro enrojecido.

Segundos después mi móvil suena y lo aparto de mi oreja, notando que es una video llamada.

Apenas contesto la llamada escucho su grito del otro lado de la pantalla.

—¡AAAAAAAAH! —grita ella con emoción y luego grito yo acallando mi grito en la almohada. Y luego, reímos mientras oculto mi enrojecido y avergonzado rostro.


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El Juego de HadesWhere stories live. Discover now