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En Londres.... Seis horas después se encontraba Beth junto al pequeño Tadeo en la sala de su humilde hogar donde vivía con él desde que nació y lo acogió como su hijo propio. Tadeo tenía un parecido idéntico a su padre legítimo según podía apreciar de la única foto que Elena guardaba del padre de Tadeo que le dio el día que murió, junto con una foto de ella con Tadeo en brazos como único regalo de recuerdo para su adorado hijo. Elena se la dio para que la guardara para su hijo, si algún día su bebe quisiera saber acerca de sus dos padres que lo adoraban con todo su ser, en su lecho de muerte jamás dejo de pensar en su pequeño bebe por lo que le pidió a Dios con todo su corazón que él jamás tuviera que sufrir la pesadilla que ellas vivieron por falta de comida y hogar donde refugiarse en los días fríos, por eso le hizo el mejor regalo que una madre puede dar. Esta menciono las más bellas palabras que aún quedaban clavadas en su corazón. "Hijo mío, sangre de mi sangre te entrego a mi hermana porque sé que ella te amara como yo lo hubiera hecho". Y entonces, Elena falleció. Dejándole su mayor regalo su adorado hijo, todo fue muy difícil desde que ella murió pero hasta ahora había logrado cumplir su promesa y no le iba a fallar.

-Tadeo, mi pequeño no sabes cuánto extraño a tu mami - Murmuró Beth-. Suspirando con lágrimas en los ojos, mientras miraba al nene jugar en la sala con sus cochecitos que le había comprado, ajeno a todos los problemas económicos que se enfrentaban. Ese niño era todo para ella, le había robado su corazón desde que Elena lo puso en sus brazos jurando cuidar hasta el último momento de su vida de ese angelito porque no iba a permitir que el creciera en un orfanato como ambas. Cuando se conocieron ella tenía mucho miedo pero apenas conoció a Elena su vida se llenó de alegría. Luego de aquella tragedia se escaparon del orfanato y crecieron juntas, trabajaban de camareras en los restaurantes, pedían limosna en la calle de Londres hasta que un día Elena le dijo que dejara de trabajar que ella se encargaría de todo pero nunca supo cómo lo había hecho. Esta le pago sus estudio en la escuela primaria, secundaria y por último la universidad hasta aquel día en que ella le dijo que no podría seguir trabajando porque estaba embarazada y enferma de cáncer. Elena decidió no tomar el tratamiento porque pondría en riesgo la vida de su bebe y ella respeto su decisión porque ella también lo hubiera hecho si estuviera en su lugar.

En ese momento sonó el timbre de la puerta interrumpiendo el pensamiento de Beth lleno de recuerdos tristes, se preguntaba quién podría ser a esta hora de la mañana, ya que no esperaba a nadie. En cuanto abrió la puerta una ráfaga de aire le puso la piel de gallina, era increíble pero unos ojos azules la miraban de arriba para abajo con curiosidad o deseo, ya que esta no se encontraba en condiciones de recibir visitas, llevaba puesto un pantaloncito corto y un top azul que le mostraba su ombligo. El hombre la miraba como nadie la había visto nunca como si deseara comérsela allí mismo, su piel se estremeció del deseo.

- Señorita James? –le preguntó con acento extranjero y cierta incredulidad.

- ¿Qué...Qué desea? Dijo Beth tartamudeando

- Es usted la señorita James? -volvió a preguntarle el hombre de ojos azules.

- ¡Sí!.. murmuró nerviosa

- Puedo pasar porque lo que necesito hablar con usted no se lo puedo decir aquí afuera. -dijo el hombre de chaqueta gris y pantalón negro, que le daba un aire de la riqueza española...

- ¡Mamá, tengo hambre! -apareció Tadeo rompiendo el embrujo que la tenía ese hombre.

Beth se agacho y le dio un beso a Tadeo en gesto de que lo había escuchado, ninguno de los dos se había percatado que el hombre había entrado a su humilde hogar y que los miraba con una curiosidad enorme pero Tadeo si se dio cuenta de su presencia y se ocultó detrás de su madre.

EL HEREDERO DEL  GRIEGOWhere stories live. Discover now