Capítulo 16

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Fue un difícil despertar. La cabeza me martilleaba por el dolor y arrugué el ceño, sintiendo como si estuviesen clavándome algo en la sien. Tan pronto logré abrir los ojos, me revolví en la cama. Pero no pude. Él me tenía sujeta como siempre.

El miedo, y abriendo los ojos como platos, vino cuando noté que no llevaba nada de ropa. Y no sólo yo. Él tampoco.

Todo vino como un rayo a mi mente. Anoche, fiesta, Kaia borracha, llegar al piso, acostarnos en la cama, sofá... Y luego acostarnos juntos.

Respiré agitadamente. Vale, tenía que calmarme. Pero ¿Cómo? ¡Acababa de tirarme a Alarick esa misma noche!

«No pasa nada, no pasa nada. Sigue dormido como un tronco»

Nerviosa, me levanté. Revisé la hora y me asusté todavía más. ¡Era tardísimo!  Y no era de extrañar.

«¿A qué hora esperabas levantarte tras dos horas de sexo, maja?»

Mordí mi labio inferior, recordándolo. Menuda noche. Tres veces. ¡Tres! Creo que jamás había logrado tanto en una misma noche. No mentiré y diré que no disfruté. De hecho, no pongo en duda que ha sido, por ahora, el mejor polvo que había echado en mi vida.

Intentando ordenar todos mis pensamientos, me fui a la ducha. Diez minutos más tarde, regresé a la habitación y él seguía dormido. Tenía que despertarle, pero me daba cosa hacerlo.

¿Que si estaba evitando enfrentarme a la situación? No cabía duda.

Me fui al armario y, tras encontrar algo decente de mi madre, aunque fuera para regresar a casa, me vestí.

Tomé las llaves, le escribí una nota y la dejé en la cocina. Iba a la cafetería de aquí al lado a por café, pero no quería que pensara que lo había abandonado o huido. ¿He dicho ya que soy idiota? Lo recalco, por si acaso.

Tras ello, salí del piso y fui a por café. Él querría uno al despertarse y yo lo necesitaba urgentemente. Compre dos cafés y decidí pasar por la farmacia también para comprar algunos analgésicos. Tampoco nos vendrían mal.

Regresé al piso y cuando abrí la puerta, él ya estaba despierto. Le sonreí.

—Fui a por café —dije.

—Ya creí que me habías abandonado aquí a mi suerte —se burló.

Fruncí el ceño.

—No, ¿Por qué? —me dirigí hacia él y le tendí su café. Desvié completamente el tema—. Hay que irse. Es tardísimo y a las seis de la tarde sale el vuelo.

—Ned.

—Y mi hermana me ha dicho que hace dos horas que nos esperan —continué, yéndome.

—Nedra —insistió.

Me paré en seco y cerré los ojos por un segundo, respirando hondo. Me di media vuelta,  aparentando normalidad.

—Dime.

—¿Es que no vamos a hablarlo?

Tuve que apartar la mirada un segundo, incómoda.

—No.

Él parecía tan tranquilo, y yo hecha un manojo de nervios. Y lo que era peor, él lo sabía. Era Alarick, sabía cómo me movía y hablaba cuando estaba nerviosa o inquieta. Se alzó de la encimera de la cocina donde estaba apoyado y vino hacia mí.

«Ay, mi madre»

—Dijiste que lo que pasaba esa noche, quedaba en esa noche.

—Sí —respondí—. Y no quiero que tú y yo... se haga raro o algo...

UN TRATO Y POCO AMOR ✔ [ ¡¡EN PAPEL!!]Where stories live. Discover now