Capítulo 118: Xie Qingcheng, ¿por qué tienes que tratarme así?

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Incluso cuando usaba un disfraz, su presencia era lo suficientemente poderosa como para poner a la gente a temblar.

Hubo un temblor…

El sonido de un trueno cruzó el cielo aumentando la presión sobre su corazón, que ya estaba temblando.

Y en esta tormenta atronadora, el destino parecía haber llegado a un punto de intersección con el ayer, y al igual que en pasado Xie Qingcheng habia presionado la mano de Lu Yuzhu con la que sostenía la pistola, esta vez, Xie Qingcheng también presionó la mano de Yi Ah Wen que estaba sosteniendo la pistola.

 Las manos de la chica temblaban y luchaban. Después de la sorpresa inicial, de repente recordó lo que iba a hacer: su figura se superponía con la figura de su madre. 

Intentó levantar la mano que tenía sujeta con fuerza.

Pero la fuerza de Xie Qingcheng era tan grande que no pudo liberarse por un tiempo. Desesperada, su mirada se dirigió hacia He Yu. Cuando vió claramente la situación de He Yu, sus pupilas se encogieron de repente y de pronto levantó la cabeza y se empezó a reír.

一¡Jaja… jajajaja!

Yi Ah Wen luchó y dijo sombríamente一 ¡Será mejor que me dejes ir rápidamente, o de lo contrario te arrepentirás! 

Xie Qingcheng se dio cuenta de que algo iba mal y de repente giró la cabeza hacia un lado.

Era He Yu.

El pino al que se agarraba He Yu no era especialmente grueso. Cuando Yi Ah Wen disparo, el tronco medio hueco, comenzó a agrietarse rápidamente. Las grietas parecían extenderse sobre el hielo, incluso una persona medio ciega que estuviera a punto de perder la vista, también podría decir que el árbol estaba a punto de romperse.

He Yu se aferraba al pino desmoronándose, mientras los miraba sin decir ni una palabra.

Debía elegir.

Si Xie Qingcheng fuera a rescatar a He Yu en ese momento, Yi Ah Wen aprovecharía la oportunidad para levantarse y definitivamente les dispararía de nuevo... definitivamente le dispararía a Xie Qingcheng.

Y si Xie Qingcheng continuaba luchando con Yi Ah Wen, era posible que He Yu ya no pudiera aguantar más y cayera al abismo junto con ese trozo de madera rota.

La respuesta era obvia, no había necesidad de pensarlo en absoluto.

Xie Qingcheng era una persona que, entre él y los demás, siempre, siempre, elegiría poner la vida de los demás delante de la suya.

Incluso, en este instante, todavía podía escuchar el sonido de los disparos en el sótano de los archivos y la voz de He Yu diciendo su nombre en ese momento.

En aquel entonces, He Yu todavía era su pequeño demonio…

Ese pequeño demonio lo abrazó y bloqueó el disparo de Lu Yuzhu por él.

La sangre caliente de aquel momento parecía mezclarse con la lluvia torrencial de éste, fluyendo de regreso hacia su corazón.

Xie Qingcheng miró a Yi Ah Wen, que reía locamente en el barro, se enderezó y soltó sus manos.

一¡Xie Qingcheng! 一He Yu, que no había hablado y no quería alertar a nadie de su precaria situación, finalmente gritó—. ¡Estás loco! ¿Qué demonios te importa lo que me pase? ¡Yo te odio y tú me odias más! ¡Déjame sólo y quítale el arma primero!

Pero Xie Qingcheng sabía que era demasiado tarde.

El pino volvió a chasquear y se agrieto aún más.

Libro de Casos ClínicosWhere stories live. Discover now