Capítulo 10

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Habíamos saludado a un montón de gente. Bueno, él.  Hablaron sobre la recaudación benéfica, negocios, mientras yo me limitaba a estar a su lado y beber champán. Yo no tenía conocimiento alguno y además me resultaba aburrido hablar de negocios todo el tiempo. Pero, por lo que pude enterarme, su empresa familiar era muy importante, prestigiosa y manejaba unas cantidades que asustaban. Abarcaban varios sectores. Pero ¿La verdad? Desconecté completamente tras la quinta persona con la que se puso a hablar de negocios.

Nos despedimos de una pareja un tanto extravagante y me guio hacia una mesa alargada. Allí, tomó un papel, un formulario, y comenzó a escribir.

—¿Qué haces?

—Inscribirte para la donación, por supuesto.

—¿Qué? —entré por un segundo en pánico—, ¿Y tú?

—¿Yo? —rio—. Yo veré cómo pelean por ti y acabo ganando yo.

—¿Qué? —repetí y volví a causarle risa—. Mira, no quiero qu...

—Vamos a la mesa —sentenció sin dejarme acabar, acabando de escribir y le tendió el formulario al señor que había al otro lado de la mesa. Le sonrió y luego me tendió su brazo.

—Esta encerrona la vas a pagar —le advertí, tomando su brazo—. Estarás castigado dos semanas sin cómics.

—Entonces iré solo a la tienda.

—Ni lo sueñes —dije girando mi rostro hacia él, indignada—. No puedes ir solo allí. Es una traición muy grande. Serías Judas.

Rio, pero no habló más, mientras nos dirigíamos hacia una mesa. Allí, su familia ya estaba sentada y, sonriendo, tomamos asiento junto a ellos.

Su madre me miró y sonrió.

—¿Lo estás pasando bien? —preguntó.

—Eh... Sí.

Apenas hablé con ellos, Al y yo nos limitamos a hacer el tonto como solíamos hacer entre susurros para que el resto no se diera cuenta; metiéndonos con algunos invitados que resultaban algo graciosos. De vez en cuando, sentía la mirada de su madre, por lo que intenté parecer lo más normal posible. ¡Pero es que todo este ambiente no me pegaba a mí tampoco en absoluto! Y ya me conocéis.

Una hora más tarde, alguien salió al escenario que teníamos frente a nosotros. Anunció una subasta benéfica y entonces miré a Al, asustada. Comenzaba a comprender qué estaba ocurriendo aquí. Él humedeció sus labios, intentando ocultar qué tanto le divertía todo esto.

Y entonces llegó el peor momento de todos. El hombre sobre el escenario dijo mi nombre. Rápidamente las miradas sobre la mesa cayeron sobre mí y yo entré en pánico. Y qué sofocón me vino de golpe. ¡Tierra, trágame!

Cuando miré a Al, él me sonreía, malévolo, y me señaló que me levantara entre los aplausos de la gente que oía de fondo.

«Vamos, nena. Momento de brillar» Se burló mi subconsciente. Pero es que era un manojo de nervios y mis piernas se volvieron gelatina.

Tomé aire y entonces me levanté. Insegura e intentando mostrar mi mejor cara, caminé hacia el escenario como el resto de gente había hecho. Sentí todas las miradas en mí y eso no ayudaba en absoluto. Inhalé y exhalé despacio, tranquila, intentando relajarme. Mientras, el señor acabó de explicar en qué consistía todo y cuando lo supe, miré mal a Al.

Acababa de venderme, literalmente. La gente iba a pujar por todos los presentes en el escenario y el dinero iría directo a la ONG a cambio de una cita de veinticuatro horas. Iba a matarle. Ya podía pujar, pero por todo lo alto.

UN TRATO Y POCO AMOR ✔ [ ¡¡EN PAPEL!!]Where stories live. Discover now