Un simple error [Zulema Zahir]

16.-

El primer pensamiento de Olivia fue que aquello estaba mal pero, joder, tener a Zulema tan cerca de ella se sentía demasiado bien. Cerró los ojos cuando sintió los labios de la contraria rozar levemente los suyos. Dejó escapar un suspiro antes de elevar una de sus manos para deslizarla tras la cabeza de la mora y pegarla a ella para profundizar el beso.

Zulema no pudo evitar sonreír ante el gesto. Ella también elevó sus manos para sostener el rostro de la morena cerca del suyo y así evitar que se alejase.

Lo que parecía ser un beso fiero al principio, terminó convirtiéndose en un roce suave en el que ambas se recrearon. Los manos de Zulema no abandonaron su rostro, pero Olivia si que descendió las suyas hasta su cadera. La apretó suavemente haciendo reaccionar a la pelinegra que, tras bajar los brazos y tirar de su cuerpo para sentarla sobre la mesa, terminó pegándose definitivamente a ella.

El ruido de los papeles cayendo al suelo no hizo que se separaran. Tampoco lo hizo la posibilidad de verse atrapadas por algún funcionario.

Olivia perdió todo rastro de cordura al sentir las manos de Zulema deslizarse por el interior de su ropa, rozando el borde de su sujetador. Dejó escapar un suspiro cuando sus labios se vieron liberados.

Zulema se alejó unos centímetros de ella para observarla detenidamente. Olivia tenía las mejillas enrojecidas y el pelo ligeramente enmarañado, pero tenía la necesidad de fijar esa imagen en su mente. Sólo para poder recordarla cuando no la tuviera frente a ella.

- ¿Qué...? - antes de que a la morena le diera tiempo a terminar de formular su pregunta, volvió a unir sus labios, esta vez con más brusquedad, con ansia. Como con necesidad.

Olivia correspondió del mismo modo, olvidándose de todo y de todos, fingiendo que, por unos minutos, todo volvía a ser como en Cruz del Sur.

La ropa de ambas terminó en el suelo, acompañando a los folios que habían caído al principio. La lengua de Zulema recorrió cada hueco de la piel de Olivia, despertando en ella sensaciones que creía olvidadas y que, al parecer, la pelinegra era la única capaz de despertar en ella.

- Joder - jadeó cuando los dedos de la pelinegra se adentraron entre sus piernas. Se encontró con unas orbes verdes que la miraban con deseo.

Zulema había descubierto que su visión favorita era la de ver a Olivia completamente rendida a sus pies, y tenía que reconocer que se estaba esmerando mucho porque eso fuera así.

Ninguna de las dos supo muy bien cuánto tiempo pasó pero ambas terminaron sentadas en el suelo con la respiración acelerada y las mejillas ligeramente enrojecidas.

- Necesito un cigarro - murmuró Olivia tras unos segundos en silencio.

- ¿Fumas?

- No, pero lo necesito.

Zulema rebuscó en el bolsillo de sus pantalones hasta sacar uno de color amarillento. A Olivia no le transmitió mucha confianza, pero aceptó.

- No pongas esa cara - la mora sujetó la barbilla de la morena con una de sus manos mientras con la otra golpeaba su frente para que sacara su ceño fruncido - No ha estado tan mal.

Ese es el problema, maldita mora de los cojones.

- Olivia...

- ¿Mmm? - se acababa de levantar para buscar un mechero. Zulema esperó a que prendiera el cigarro antes de continuar.

- Lo siento - susurró entonces, sorprendiendo tanto a la chica como a ella misma.

- No tienes que disculparte, Zulema. Tú misma has dicho que no ha estado tan mal - comentó con cierta burla.