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Jared iba en un autobus de ricos, estos se diferenciaban por la zonas en las que hacia parada y las personas que se subían a él.  No cualquiera se subía a ese tipo de autobús.

Él y sus amigos tenian la idea de asaltar aquel autobús en el que apenas unas cinco o seis personas viajaban tranquilas disfrutando el paisaje.

Cuando Jared se subió empezó a sudar frío al ver a una de sus compañeras de salón que lo saludaba desde los últimos asientos. Él no se sentó junto a ella, ni siquiera le prestó atención con la idea que si lo hacia, ella creeria que se había equivocado de persona.

—Falta solo una parada, es aquí o nunca. Hagamoslo. -le dijo al oído uno de sus amigos atracadores.

—No podemos, debemos abortar. -contestó Jared disimulando que hablaba con los sujetos que se sentaban delante.

—¿De que estás hablando? Esta es nuestra oportunidad de sacar bastante.

—En el autobus, conozco a alguien. Podria reconocerme y echar a perderlo todo. Es una de las reglas.

Los chicos miraron a Jared con los ojos entrecerrados, no le creían y en cambio pensaban que Jared solo se estaba acobardando en el ultimo momento.

—No nos vengas con esa hermano, si te da miedo lo haremos nosotros.

Los chicos se levantaron y apuntaron al chófer del autobús con un arma de fuego.

—Todos al suelo o disparo. Tú deten el autobús y saca el dinero de la caja fuerte.

El chófer se detuvo en la acera pero cuando el otro pasó por los asientos de las personas, él se detuvo frente a una chica que parecia no darse cuenta de lo que sucedía a su alrededor, ella miraba el paisaje mientras escuchaba música con sus audífonos. El hombre amenazó a la chica con la pistola y ella levantó la mirada.

—¿Que se supone que haces?

—¿Acaso no ves? Danos todo lo de valor que tengas, zorra extraña.

Los demás pasajeron tambien habían levantado sus cabezas, curiosos de la actitud de la chica.

De un momento a otro la chica también sacó un arma y el hombre retrocedió. Se apuntaban el uno al otro. Al hombre ya empezaba a temblarle el pulso.

Jared estaba preocupado, esa era la razón por la que debían haber abortado el plan. Esa chica era Ericka Funes, una chica de los mismo barrios bajos que él. Jared no entendía que hacia en esos lados sabiendo que aquella chica odiaba a los ricos que vivían en esa zona, incluso era probable que aquella chica tuviera la misma intención que ellos, lo único que Jared no podia meter en la suposiciones era el porqué la chica parecia una primcesa salida de un libro de cuentos fe hadas. Llevaba un vestido pomposo y una tiara a juego con aretes y collares incluido.

—Vayanse y los dejaré vivir, si no quedaran como coladores. Ustedes deciden.

Cuando Ericka estaba apunto de disparar, Jared se interpuso entre ellos pero fue muy tarde ya que uno de los asaltantes dio un grito y cayó al suelo, le habian dado en el pie. El hombre hacia más drama del que verdaderamente era y daba gritos de agonia mientras sangre salia a chorros de su ahora agujereado pie.

—¡Mierda! ¡Ensuciaste el vestido!

Ericka estaba furiosa y olvidandose de todo lo demás tomó sus cosas del asiento y se bajó del autobús, empezando a correr lo mas rapido que unos altos tacones se lo permitieron.

Habiendo llegado una hora más tarde de la que debía a causa de que tuvo que caminar más de 6 km y pasó a un supermercado a comprar algo que disimulara las manchas de sangre en su vestido Ericka tocó el timbre de la casa de los Moore con la esperanza de que la fiesta de la pequeña Ana no hubiera terminado.

Cuando abrió la puerta una cara conocida la recibió con espanto.

—¿Que te pasó?

—¿Aun estoy a tiempo? -suplicó Ericka a un chico que tenia casi su misma edad, este no contestó pero por suerte su madre se encontraba cerca y rescató la conversación.

—Princesa Sophie, justo a tiempo. Pasa que ya no puedo contener a estas niñas. Por cierto, muy adecuado, estilo extravagante y un poco tetrico, perfecto para esta fiesta de niñas con ganas de arrancarle la cabeza a las muñecas. -Ericka sonrió de lado y con pasó firme se hizo presente en la fiesta.

Cuando la fiesta había terminado y ya solo quedaban las sobras del pastel Ericka esperaba en el patio con un tacon roto, aguardando a que le pagasen.

—Aqui tienes, princesa. -dijo el mismo chico que la había recibido en la entrada. Ericka le hizo una mueca de confusión y él la señaló completa con el dedo. Ericka habia olvidado que venia vestida asi, hacia unas horas se habia quitado el pomposo vestido y se había quedado solo con un corsé y lo que traía debajo. Esas niñas habian estado feroces.

Ella agradeció con un movimiento de cabeza y se bajó de un brinco de la mesa de marmol. El chico la detuvo de la muñeca para que no se fuera.

—¿Que te sucedió? Llegaste muy tarde y eso... es sangre ¿verdad?

Ericka hizo una mueca e intentó safarse del agarre pero el chico la sostenía con fuerza.

—Sólo me retrasé, tuve problemas con el autobús.

—Te lo dije. Por eso habia ofrecido traerte y llevarte. No me gusta que andes en autobús vestida asi.

Ericka se rió.

—No tuvo nada que ver.

—Claro que no, ver a una princesa bajarse de un autobús publico es de todos los dias.

—Deja de decirme así, príncipe azul.

—Eres tú la que atrae aves con tu canto.

—Y tu el que disfruta de la vista en su bello caatillo con altas torres.

—¡Ericka! Aun sigues aqui, que dicha. - fue la madre quien los hizo darse cuenta de su desvio de tema
—Voy a darte esto -sacó mas billetes de su bolsa —Y ahora, para que me asegure de tenerte para la próxima fiesta, Andrew irá a dejarte a casa.

—Oh, no se preocupe.

—No creo que pueda hacer eso madre. Me dejarían el auto como un colador si me atreviera a entrar por ahí. -dijo Andrew a su madre con sarcasmo.

—No seas ridiculo Andy querido. Ve y llevala, sé un caballero como tu padre te ha enseñado.

Ericka se echó a reír pero la señora Moore no se dio cuenta y en su lugar le dio un beso de despedida a su hijo que medía casi el doble que ella. Andrew estaba rojo y miraba con odio a la princesa que parecia que se iba a orinar ahí mismo.

—Vamonos ya, antes de que nos de la media noche y mi auto se convierta en calabaza.

—Sabes mucho de cuentos para ser un tan amargado caballero de la noche.

—Sabes mucho de cuentos para ser un tan amargado caballero de la noche

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Hija de la Ley y el CaosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora