Spooky night

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El teléfono vibró sobre la mesa, encendiéndose ante el mensaje recibido

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El teléfono vibró sobre la mesa, encendiéndose ante el mensaje recibido. El ruido de la televisión, la cual transmitía un maratón de películas de terror, dada la fecha de ese día, opacó el sonido de la notificación.

Las repetidas y aburridas tramas de los largometrajes actuaron como un somnífero en la mujer. Ninguna era innovadora y no captaban del todo su atención, las veía por el simple hecho de tener su agenda libre esa noche. Rechazó las invitaciones de cercanos, quienes organizaron fiestas ese treinta uno de octubre, lo hizo porque quería descansar, tras una ajetreada semana llena de trabajo.

Aún orbitada en su mente aquel sobre que había recibido de una amiga. El mismo se hallaba en su habitación, desde su entrega lo abrió al instante, curiosa por su contenido y tras desvelar el secreto, le dedicó una mirada de desconcierto a su remitente.

Apartó sus ojos del televisor, dirigiéndolos hacia su teléfono que se movía por las vibraciones recibidas. Inclinándose, lo tomó con su diestra y con su pulgar presionó el botón del costado. Lo primero que se presentó en la pantalla de inicio fueron los mensajes de su amiga, preguntando con insistencia si había usado con sabiduría su regalo.

Los golpes a su puerta interrumpieron sus dedos que comenzaban a escribir las primeras palabras en respuesta a los mensajes. Dejó el teléfono en el mueble, poniéndose de pie, se dirigió por el pasillo que conducía hacia la entrada de su apartamento.

Escuchó voces infantiles y como se imaginaba, al abrir la puerta se encontró con tres niños disfrazados. Reconoció a uno de ellos, Megumi Fushiguro, su pequeño vecino que residía junto con su padre el apartamento de al lado.

─ ¡Dulce o truco! ─resitaron los tres al unísono, alzando sus baldes de calabaza a la espera de conseguir dulces.

Se quedó muda bajo el umbral, por la inesperada visita de los pequeños disfrazados en busca de dulces. De lo poco que sabía, Megumi era el único niño que vivía en el edificio. Desde su arrendamiento hace 3 años, ningún infante tocó su puerta en Halloween.

La mujer no tenía nada pero los tres menores seguían sosteniendo en alto sus baldes, esperando recibir lo que buscaban. Al no desear destrozar sus esperanzas, los invitó a pasar a su apartamento. Esperaron pacientes, sentados en los muebles de la sala, emocionados por sus primeros dulces de la noche.

Rebuscaba en los cajones y la alacena de la cocina, y por desgracia ningún dulce había. Cuando se encontró en la orilla de la desesperación, sus ojos se posaron en una caja de donas que había comprado por la tarde. La tomó, yéndose con ella a la sala.

─ Perdón por no tener dulces, pero tengo unas donas de Halloween.

Los ojos de los niños se iluminaron al contemplar las donas decoradas de calabaza, esqueletos y arañas.

─ Escojan las que más les gusten ─sonrío, colocando la caja abierta sobre la mesa.

Viéndolos comer satisfechos, se tomó el tiempo de estudiar cada uno de sus disfraces. Megumi era un vampiro, su amigo un mago y por ultimo, la niña una pirata.

spooky night,  toji fushiguro.Where stories live. Discover now