𝙲𝟼 𝙽𝚒ñ𝚊

Magsimula sa umpisa
                                    

"Abi, no ha llegado tu papá ¿qué sucede?" Pregunté al contestar.

"¡Sucede que es un necio! No logré convencerlo de que fuera al consultorio, y ahorita tengo una emergencia con una de las yeguas en la hacienda de los Arango." Me dijo frustrada.

Los Arango.. ¿habrá regresado Octavio también? Pensé mordiendo mi labio, y negué sacando eso de mi mente, problemas era lo menos que necesitaba en este momento.

"Si no quiere venir, iré yo hasta la hacienda, pero de esta cita no se escapa." Dije con convicción y la escuché reírse.

"Suerte amiga. Solo te advierto que papá es muy testarudo."

"Si él lo es, yo más.  Te llamo luego."

Tomé mi kit como aquella vez, y me dirigí a la Hacienda Bustamante de nuevo.  Al llegar Doña Gertrudis, la señora encargada del servicio de la casa, me informó que el patrón había salido a las tierras y no tenía idea a que horas regresaba.

"No hay problema, yo lo espero el tiempo que sea necesario.  Estaré en el despacho."

No estoy segura cuanto tiempo pasó, pero el cielo empezaba a obscurecer, y después de un rato Doña Gertrudis tan amable me trajo una taza de café y galletas, y me senté enfrente del escritorio a esperar

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No estoy segura cuanto tiempo pasó, pero el cielo empezaba a obscurecer, y después de un rato Doña Gertrudis tan amable me trajo una taza de café y galletas, y me senté enfrente del escritorio a esperar.

La duda me entró rodeé el escritorio.  Pasando mi mano sobre el respaldo de la grande silla de cuero, la silla de mi señor amargura. Todo seguía igual adentro de estas paredes. Las fotografías en su mismo lugar, las plumas derechas al lado de su carpeta de cuero donde dejé esa nota hace años.. ¿qué pasaría con eso? ¿se habrá enterado que fui yo?

Tomé la fotografía de él y su esposa y sentí esa punzada en mi pecho de nuevo. Sí, me daba cuenta que después de todos estos años lo seguía amando. Y solo de pensar en el inmenso dolor que él sentía por la partida de Doña Rosario, para que ese hombre tan lleno de alegría se convirtiera en uno lleno de amargura se me partía el corazón.

"¿Qué haces aquí niña? Te dije que no iría al pueblo, ¿o acaso no me escuchaste?" Don Armando azotó la puerta del despacho y casi dejo caer esa foto. La regresé a su lugar rápidamente y caminé hacia él, parándomele enfrente.

"Lo escuché claramente Don Armando, pero como ve, no estamos en el pueblo. Y como yo le dije a usted, lo necesito revisar, y no me voy de aquí hasta hacerlo." Crucé mis brazos mirándolo desafiante, aunque por dentro me moría de los nervios por como me miraba con esos ojos duros y penetrantes.

¿Podía este hombre ser más perfecto? Me fascinaba su lado gruñón.

Don Armando rodó sus ojos, y dándome la vuelta se sentó en su silla, dejando su sombrero sobre el escritorio.

"Rápido niña, que soy un hombre ocupado."

Me mordí el labio pensando, la posición para revisarlo sería un poco rara. Sentía que iba ganando al lograr que me dejara hacerlo en primer lugar, si le pedía revisarlo en otra parte mas cómoda capaz que me corría de la hacienda.

Me arrodillé a su lado, y como el no lo hacía.. saqué su camisa de su pantalón, levantándola lentamente hasta ver la herida. Alcé mi mirada, encontrándome con la suya. En esos momentos no me miraba como hace un par de días, o hace unos minutos. Era una mirada pensativa, quizá con algo de asombro.

"En primera.." Dije, mi mirada sobre su costado de nuevo, tocando suave con mi mano. "Ya no soy una niña. Y en segunda, usted no debería andar ocupado. Debería estar descansando, dejar que esto sane o se le va a infectar y será peor. Es por su bien, es todo lo que quiero Don Armando..que esté bien.."

"Esta es más la Samanta que recuerdo.  La de las mejillas coloradas, la dulce mirada.." aclaró su garganta, su mirada en las fotografías sobre su escritorio. "Pero siempre serás una niña para mi.. ¡auch!"

Sin querer puse presión de más en su costado, pero ese comentario... fue como un cuchillo en mi corazón. Siempre seré una niña ante sus ojos.. no podía con eso.

"Todo está bien. Disculpe que lo haya molestado. Descanse, por favor." Tomé mis cosas y salí lo más rápido de ahí.

Sentía tantas ganas de llorar pero no enfrente de él. Tan solo me subí a la camioneta, arrancando a toda velocidad las lágrimas comenzaron a rodar.

"¿Por qué Armando? ¿Por qué no me puedes ver como una mujer?"

𝓓𝓲𝓯𝓮𝓻𝓮𝓷𝓬𝓲𝓪𝓼Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon