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Lan WangJi estaba contento de impartir otro castigo aunque su cara no lo demostrara. El era más de sentimiento profundo y demostración débil.

Dos discípulos Lan estaban arrodillados ante el mientras le recitaban todas y cada una de las reglas del apartado de conducta de las reglas de la secta.

Les había pillado hablando entre ellos sobre los discípulos invitados que empezarían a llegar ese día. Comentarios con segundas sobre los Jin, envidia mal disimulada por los Jiang y quejas en general por los Nie.

Y estaba prohibido hablar de los demás a sus espaldas.

Así que ahí estaba él, impartiendo el castigo por tal acto.

Ambos jóvenes de su edad, estaban cansados de mantener los brazos rectos y estirados ante ellos, las rodillas magulladas por culpa de las piedras en el suelo que se les clavaban sin cesar. Tenían un par de gotas de su sudor en su frente y sus rostros mostraban distintos grados de molestia y dolor pasando por sutiles tonos rojos debido el cansancio.

Lan WangJi tuvo que reprimir el impulso de sonreír.

El dolor ajeno siempre le provocaba placer.

Era algo que había descubierto hacía relativamente poco tiempo. De hecho había sido tan solo unos 6 mese atrás, cuando había presenciado por primera vez un castigo físico. A pesar del poco tiempo transcurrido, se había convertido en su cosa favorita en el mundo para hacer. Observar un castigo o impartirlo el mismo, aunque la segunda opción le gustaba mas. De hecho ese fue el motivo principal por el que se había convertido en el encargado de impartir los castigos en su secta.

Eran unos momentos donde se sentía pleno y feliz. Y aunque se suponía que iba en contra de las reglas se demasiado feliz , no podía evitarlo. También se castigaba a si mismo de vez en cuando por ese pensamiento.

En cuanto el castigo termino, ambos jóvenes se levantaron bajo su atenta mirada quejándose de dolor y moviendose con dificultad por el cosquilleo molesto en sus cuerpo después de matener la misma posicion por un periodo de tiempo prolongado. Después de inclinarse como despedida ambos chicos se fueron soltando quejidos.

Ahora solo , Lan WangJi soltó un suspiro reprimido y se dirigió a su habitación.

El jingshi era tranquilo y estaba lo más alejado del resto de habitaciones como era posible. Era su santuario, como lo fue de su madre en su momento.

Al cruzar el umbral de la puerta y cerrarla tras él, dirigió su mano a la entrepierna , donde su erección ya estaba abultada.

Soltó un jadeo ante el roce y se frotó más fuerte. Cerró los ojos y metió su mano entre sus túnicas.

En su mente rememorando los quejidos de dolor de sus compañeros de secta, sus rostros de leve sufrimiento por la presión en sus piernas y la incomodidad del cuerpo. Sus movimientos rigidos por el dolor cuando ya podían levantarse, y su incomodidad por inclinarse en respeto ante él antes de irse.

Inevitablemente soltó un grave gemido, disfrutando de la sensación del placer. Estaba tan metido en su cabeza que antes de darse cuenta ya se había corrido en sus túnicas azules manchandolas de forma irremediable.

Después de eso , simplemente se cambió a unas túnicas limpias de color blanco y se sentó en posición de loto a meditar , como cada vez que su placer le superaba.


Dolor - WangXianWhere stories live. Discover now