Nuestro nido

132 12 3
                                    


Poco a poco te vuelves consciente de todo, estiras tu brazo para sacarlo de entre las sábanas y poder tomar entre tus dedos algo que te indique la hora. El afortunado es tu teléfono celular y la hora marcada te sorprende pues no has dormido lo suficiente como para reponer las energías que gastaste hace menos de dos horas, sin embargo, sabes que tanto tú como tu acompañante necesitan alimento y lo mejor es ir a conseguirlo ahora que sigue dormido para que no salga de ahí en lo que queda de tiempo.

Aprovechas el camino hacia la cocina y te desvías un poco para ir a lavarte la cara y hacer tus necesidades, una vez en la cocina decides hacer algo ligero y llevar algunos snacks para después.

Mientras juntas lo necesario piensas en cómo fue que llegaste a esta situación; ya tenías algo de tiempo conociendo a Hawks, trabajaban juntos en su agencia y él solía "molestarte" por el simple hecho de que tu don también era del tipo aviario.

Terminaron pasando tanto tiempo juntos que sin querer la confianza entre ustedes se hizo enorme, al punto de hablar incluso de las misiones confidenciales.

Aún recuerdas como en una de esas conversaciones que podían durar horas te confesó sobre lo que él consideraba como su período de celo y fue entonces cuando entendiste porque había faltado toda una semana unos días antes.

Ya han pasado dos años de eso y si bien al principio no creíste que llegarías a verlo en ese estado, los sentimientos entre ustedes florecieron de la misma manera que su confianza hasta el punto en se volvieron pareja seis meses atrás.

Fue mientras recordabas esa tarde y terminabas de hacer la ensalada que sentiste un par de brazos rodearte la cintura y un fornido pecho en tu espalda al mismo tiempo que escondía su cara en tu cuello y lo frotaba como si quisiera impregnar su olor en ti.

- ¿Por qué no estás en la cama?

- ¿Por qué no estás TÚ en la cama? Fue triste abrir los ojos y no verte, mi pequeño colibrí.

No pudiste evitar soltar una risita, definitivamente esa era tu parte favorita, cuando se comportaba como un niño que lo único que quiere es ser mimado.

- Necesitamos comer algo, Keigo.

- Entonces debiste esperar a que despertara para yo llevártelo a la cama.

- Oh vamos, déjame consentirte al menos por esta vez. Mira, ya he terminado.

Mientras recargaba su mentón en tu hombro para ver la comida tu comenzaste a hacerle cariños en el cabello.

- Bien, te perdono sólo porque se ve rico.

- ¿Vas a ayudarme a llevarlo o te vas a quedar colgado de mí?

Su respuesta fue abrazarte más fuerte y esconder su rostro en tu cuello de nuevo, a lo que tú soltaste una risa y le diste un beso en el cabello, que era lo único que alcanzabas a ver de él.

- Eres un pollito mimado.

- ¡No puedo evitarlo! - dijo formando un puchero

- Lo sé, lo sé. No esponjes tus plumas pajarito.

- Eres cruel.

- Y tu adorable. Vamos, regresemos a la cama.

Esperó a que tuvieras los dos platos bien agarrados para separarse un poco del suelo y poder llevarte volando a su habitación de nuevo.

- Espero que no vuelvas a dejarme solo, colibrí. – dijo mientras te dejaba sobre la cama.

- ¿Y si tengo que ir al baño? – preguntaste divertida

- Entonces me despiertas para acompañarte

- Definitivamente no voy a hacer eso.

Y así, entre platicas y platicas terminaron de comer. Ni bien dejaste los platos en la mesita de noche, Keigo te jaló del brazo para poder recostarse en tu pecho y abrazarte como si su vida dependiera de ello.

- ¿Vas a volver a dejarme solo de nuevo colibrí? – preguntó mientras te miraba fijamente a los ojos, esperando tu respuesta.

- Prometo no salir de aquí a menos de que sea extremadamente urgente. - Dijiste con una sonrisa tranquila.

- ¿Me lo prometes?

- Te lo prometo.

Te besó, un beso tan dulce, lleno de ternura y cariño que hizo a tu corazón acelerarse

- Te amo, mi precioso colibrí.

- También te amo, mi hermoso pajarito.

Después de unos cuantos besos más, se escondió en tu cuello tratado de llenarte de su aroma al mismo tiempo que disfrutaba del tuyo, mientras le dabas caricias en su cabello.

No habías creído que sería posible estar así, pero definitivamente no te arrepentías de haber aceptado la invitación al nido de Keigo.


Una semana después, ambos se encontraban en la agencia, retomando sus actividades y haciendo los trabajos que no pudieron delegarse a los demás héroes.

- Recuérdame no faltar nunca al trabajo – dijiste mientras te tirabas al sofá de su oficina.

- Oh vamos colibrí, no es tan malo.

- Lo dices porque ya estás acostumbrado. – Lo miraste desde tu lugar, viendo como se sentaba en su silla y ponía sus pies encima del escritorio.

- Tal vez, pero contéstame algo. ¿Te arrepientes de haber estado conmigo?

Su voz sonaba igual que siempre, pero cuando le pusiste atención a sus ojos te diste cuenta, en verdad estaba preocupado que te hayas arrepentido. Fue entonces que sonreíste y te pusiste de pie para caminar hasta él, quien ya había bajado los pies del escritorio, y te sentaste en sus piernas, abrazándolo por el cuello y juntando sus frentes.

- Pajarito tonto – lo miraste directo a los ojos – yo jamás me arrepentiría de estar contigo.

Sólo eso bastó para disipar sus dudas y abrazándote por la cintura te acercó lo más que pudo y te besó las mejillas, después la nariz, hasta terminar con un beso corto pero dulce en tus labios.

- Entonces, ¿por qué no vienes conmigo? Nuestro nido se siente frío y triste sin ti.

Abriste los ojos con sorpresa, ¿de verdad estaba pidiéndote que te mudaras con él? ¿A su nido?

- ¿Estás... hablando en serio? ¿Quieres que me mude contigo? ¿A tu nido? – La sorpresa no sólo se notaba en tus ojos, tu voz también fue invadida por ella y eso a Hawks le dio mucha ternura.

- Muy muy en serio colibrí, quiero que NUESTRO nido vuelva a ser igual de cálido que cuando estabas ahí.

El énfasis que le puso a la palabra "nuestro" te hizo sentir algo cálido en el corazón e involuntariamente tus ojos brillaron aún más y tus mejillas se sonrojaron lo suficiente para que Keigo lo notara y terminara más enamorado de ti.

- ¿Entonces? ¿Qué dices bebé, volverás a nuestro nido?

- Tengo que ir por mis cosas – dijiste sonriendo como la adolescente enamorada que te sentías y él de inmediato se puso de pie contigo aún en brazos.

- No perdamos más tiempo. – dijo y se lanzó por la ventana para ir por tus pertenencias.

Luego de hablar con el dueño del edificio y decirle sobre tu mudanza comenzaron a recoger algunas de tus cosas, sólo lo suficiente para el resto de la semana y el fin de semana volverían para recoger lo demás.

Fue así que, con una mochila llena de ropa y tu cepillo de dientes, llegaste nuevamente al departamento de Hawks, el mismo que estando dentro te elevó por los aires en un abrazo y después de un beso largo lleno de sentimientos te dijo:

- Bienvenida a nuestro nido, mi precioso colibrí.

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Oct 24, 2021 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

Nuestro nidoWhere stories live. Discover now