🥢Treinta y siete.02

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Ken estaba tan encimado en su propia nube de placer que no notó el momento en el que el otro le colocó algo en el cuello hasta que lo tuvo firmemente puesto y sintió ese pequeño cascabel que le hizo saber de sobra qué tipo de collar puso en él.

—Hoy serás mi perra, amor. — avisa con una sonrisa traviesa y un extraño brillo lujurioso en sus ojos. — Así que empieza a ladrar.

—... Ni fumado voy a ladrar. — se molesta por esa orden, divirtiendo más a su pareja que ensanchó su sonrisa.

—Sabes que siempre obtengo lo que quiero, amor~

Besó su mandíbula antes de jalarlo por el collar hacia abajo para que quede de cara a su largo miembro erecto que esperaba con ansias algo de atención. Draken tragó saliva, nunca en su vida se preparó para ese momento, se informó respecto al tema, pero no era lo mismo la teoría que la práctica. Satoru esperó paciente a que el otro se anime a darle una pequeña lamida a la cabeza de su miembro, mandando millones de descargas por el repentino contacto que animó al rubio a dar más de esas mientras su mano se alzaba para sostener la base del miembro.

"No debe ser tan diferente a como lo hago yo..." piensa para animarse a sí mismo, intentó imaginar cómo le gustaría que Satoru chupe su miembro y entonces recordó aquella primera mamada que recibió de su novio y se excitó demasiado. Ese recuerdo lo motivó para ponerlo dentro de su boca, el sabor era raro, pero al mismo tiempo bastante adictivo que le hizo razonar sobre si le gustaba más recibir la mamada o darla y, por como gime su pareja es respuesta, cree que podría llegar a gustarle esto.

Hasta que sintió un empujón que le hizo tragar todo de golpe y se alejó para toser y mirar enojado al otro.

— ¡¿Qué te pasa, idiota?!

¿Qué? Tu abusaste de mi boca la primera vez. — acusa con un pequeño puchero, el rubio miró hacia otro lado con vergüenza por ese pequeño dato que había ignorado para no sentirse mal. — Para que veas lo que se siente, animal.

— ¡¿A quién llamas animal?! — pregunta histérico.

—A ti, perra~

Ese apodo hizo calentar a Draken al punto que se lanzó sobre el otro para intentar golpearlo, pero la fuerza de Satoru lo sometió debajo de su cuerpo hasta que dejó de tener control de sus manos. Miró hacia arriba para ver como estas fueron atadas contra el respaldar de la cama con su propia playera y volvió a bajar su vista para ver sorprendido como su novio preparaba muy tranquilo su entrada, como si ya hubiera hecho eso antes.

— ¡Desátame! — ordena mientras se sacude cual gusano para soltarse de las ataduras.

—No, me vas a golpear si lo hago. — defiende, metiendo de golpe dos dedos que hicieron saltar en su lugar al más alto. — Y no soy masoquista, Kenchin~

—... Me la vas a bajar si usas ese apodo. — avisa bajito, con un pequeño rubor en su rostro.

—Lo siento, amor

—Mucho mejor- ¡Ah! — gime al final por una tercera intromisión. Ahora se pregunta por qué se le facilita demasiado a Satoru llegar a ese lugar que le hace temblar por completo el cuerpo.

Satoru se deleitó con los sonidos tan eróticos que salían del cuerpo de Draken, babeó mientras probaba su piel con su boca y marcaba como suyo aquel precioso cuerpo que lo traía muy mal. Su novio no se quedó atrás cuando le mordió el hombro, ya que sin avisar Satoru se introdujo de una en él y comenzó a embestir su entrada a una velocidad potenciada que hizo sacudir un poco la cama y al mismísimo Draken debajo suyo.

𝐏𝐚𝐝𝐫𝐞𝐬 || ᴛʀWhere stories live. Discover now