—Al diablo con ellos, tú tienes que descansar. — eso fue suficiente para hacerlo callar y disfrutar de la cercanía con el otro. — Recupérate, esto apenas está comenzando...

Cuánta razón tenía. A los minutos que dijo eso una nueva presencia apareció en el campo de batalla, alto, piel pálida, ojos dorados, cabello castaño con un mechón rubio y unos llamativos tatuajes en las manos con kanjis de "castigo" y "pecado". Satoru apenas lo vio lo reconoció al instante, ese era uno de los tantos que trabajan para Kisaki Tetta, aquel adolescente que con una brillante mente puso de cabeza a una pandilla entera y todo por una persona que le dio el mínimo de atención.

Mikey no esperó ninguna presentación, planeaba acabar con todo en ese mismo instante, pero nadie esperó que Hanma pudiera ser capaz de detener una de sus patadas. Eso sorprendió a todos, menos a uno, Satoru veía todo con rostro neutro, pero realmente no se encontraba ahí, sino que se perdió por completo en sus pensamientos.

"Está bien si los mato... ¿No? Después de todo... Ellos quieren matar a Ken." Esa era una de muchas voces que murmuraban lo mismo uno y otra vez en un interminable bucle, no quiere volver a ver un mundo gris, quiere seguir viendo bellos colores, quiere seguir disfrutando sus momentos con Draken. Estaba cayendo poco a poco en la locura hasta que una cálida mano tomó la suya.

—Estás frío... Maldita lluvia, te quitó calor. 

"No, no está bien. Él no puede ver a ese monstruo." Su mente se limpió de aquellos pensamientos asesinos, ahora podía ver un hermoso prado donde solamente estaban ellos dos, una cálida brisa los envolvía y en ese mundo podían ser libres de todo mal. Si, esa es la vida que quiere Satoru ahora, una donde Ken Ryuguji esté presente.

—"Yo te protegeré." — jura decidido.

— ¡Moebius son un total de 100 hombres y Toman son solamente 4! ¡¡Acabaremos con esto de una vez!! — grita Hanma demasiado emocionado. — Tanto Mikey como Draken y el Yoru no Ikari... Son hombres muertos.

—Esto es malo... — murmuró Takemichi, no conocía a ese sujeto, Naoto nunca mencionó a ningún Hanma Shuji y este, a su punto, era alguien de temer pues detuvo una patada de Mikey muy fácilmente. — ¿Qué es ese ruido? 

—Ah... Llegaron a tiempo. — suspira aliviado Mitsuya.

Satoru sonrió arrogante. — Se hicieron desear...

Un alboroto enorme se acercaba a ellos, el sonido de los motores de las motocicletas no se hizo esperar y con ellos la llegada de la Tokyo Manji al campo de batalla. Los capitanes fueron quienes guiaron a sus grupos por delante y detrás de ellos les seguían el resto de miembros.

—Miren el desastre que hicieron... — se queja Muto cuando ve el reguero de cuerpos en el suelo. — Las peleas internas no son de mi agrado...

—Pero podemos pelear sin contenernos contra Moebius. — festeja Naoya.

—Parece que la pelea estelar se adelantó esta noche...— murmura Baji con una liga entre sus dientes. — ¡La Tokyo Manji ya llegó, putos!

Touya no dudó en correr hacia Satoru para ayudar a este a ponerse en pie, el pelinegro observó bastante serio a la pandilla contraria y se juró una sola cosa: "Si peleo pendiente de Ken vamos a perder... Entonces pelearé atento a quien lo apuñaló..." jura mientras se reune al frente con Mikey y Draken.

—Un battle royal luego de un festival hace la sangre hervir, ¿Verdad, Mikey, Satoru? — comenta emocionado el rubio.

—Lo de antes fue un calentamiento. — presume el pelinegro con una enorme sonrisa. — ¡¡Estoy encendido!!

𝐏𝐚𝐝𝐫𝐞𝐬 || ᴛʀحيث تعيش القصص. اكتشف الآن