- ¿Disculpa?

Sabía que el tono de amenaza era intencional. Fue una advertencia, para que se retractara cuando aún tenía la oportunidad. Con el corazón desembocado y el deseo de venganza a flor de piel, decidió que no lo haría.

-Te lo merecías- repitió con confianza. Y para aquel entonces la ira burbujeante ya había alcanzado cada rincón de su cuerpo-. No me arrepiento de lo que hice.

-No puedo creer que hables en serio- La voz de Yibo fue dura antes de volverse teñida por el cólera-. ¿¡Quién mierda te crees que eres para hacer algo así!?

- ¡No finjas que no sabes lo que hiciste, Wang! Esa bofetada no fue nada comparado con la basura que eres de persona.

- ¡Mira quién lo dice!- Jadeó-. ¿Tienes idea de lo hipócrita que eres? Diciendo que yo soy basura, cuando fuiste tú el que aceptó el dinero y arruinó todo.

- ¡No necesito tu asqueroso dinero, Yibo!

- ¿No?- rió con ironía-. ¿Entonces por qué accediste a ser mi novio falso? ¿Por caridad? ¿Tu maldita actuación de hijo de puta también vino de tu buena voluntad?

-Dios, eres un imbécil- exhaló el pelinegro, Yibo no contestó y tal vez fue ese silencio el que le dio la valentía suficiente para continuar. Había venido por esto ¿no? Para enfrentarlo. Era inútil arrepentirse ahora. Quizá sería un error, o quizá no. Sólo el tiempo lo determinaría.

Había esperado años para volver a verlo.

-Xiao- dijo, con la voz ahogada. Por primera vez sintiéndose inseguro y vulnerable-. Xiao Zhan. ¿Te suena?

Yibo no se inmutó. - ¿Debería?

Si su objetivo era herirlo, fue un éxito. Porque se sintió como una puñalada. tuvo que morderse el labio inferior para reprimir las ganas de llorar que lo golpearon de repente. Patético. Igual de inferior e insignificante que en la secundaria. Era casi divertido descubrir que Yibo continuaba teniendo ese poder sobre él.

- ¿Sabes? No sé qué me sorprende- resopló Zhan, intentando ignorar el nudo que apretaba su garganta-. Era obvio que no me reconocerías. Sigues siendo igual de idiota que años atrás.

Frunció el entrecejo. - ¿A qué te refieres?-. No obtuvo respuesta. Zhan evadió su mirada olímpicamente y, antes de que pudiera hacer algo al respecto, se marchó sin molestarse en despedirse. Yibo no insistió, no cuando un mal presentimiento y un vago recuerdo lo retenían en su lugar.

Xiao. Xiao Zhan. ¿Te suena?

Por alguna razón su tono de voz se había escuchado esperanzado al decirlo.

「。。。」

Yibo tenía una migraña que estaba rompiéndole el cráneo.

Había anochecido y su mente seguía evocando aquel día con lujo de detalles. Lo incómoda que había sido la cita, los gritos de Zhan, el dolor reflejado en su rostro cuando le dijo que no sabía quién era.

La descarada mentira.

Le sonaba. El nombre le resultaba tan aterradoramente familiar que temía descubrir quién era en realidad. Sin embargo, también sabía que no podría rehuir el asunto, no para siempre.

Su teléfono sonó sobre la superficie de la mesa pequeña de la sala. Un mensaje iluminando la pantalla en medio de la penumbra. Yibo estiró el brazo y lo recogió.

Sungjoo-ge

¿Está todo bien?

¿Lo estaba? Suspiró, tirando el celular a un lado suyo en el sillón y masajeando el puente de su nariz con los dedos. La voz de Zhan se reprodujo en su cabeza, como un fantasma. Sigues siendo igual de idiota que años atrás.

Años atrás.

¿Sería posible que...?

Se levantó del sillón con rapidez y se dirigió a su pequeña biblioteca. Si no estaba equivocado, el anuario de la escuela debía estar por ahí. Sacó un par de libros de lectura, unas historietas, una enciclopedia, hasta que encontró lo que estaba buscando.

Generación 2015. Tragó saliva a la vez que lo abría en las últimas páginas, donde aparecían los cursos de los recién graduados. Su dedo se movió sobre la hoja, deslizándose por los apellidos y las fotografías, hasta encontrar a Xiao.

Y ahí estaba.

El que no le hubiera reconocido no era extraño. Zhan había cambiado bastante físicamente, no solamente consecuencia de la madurez. El cabello negro, el flequillo cubriendo sus cejas, las gafas escondiendo los ojos marrones.

El chico que se había aparecido en la práctica de basquetbol.

Los ojos de Yibo se expandieron cuando la imagen se hizo nítida entre sus memorias. Es él. Cerró el anuario y lo dejó en el suelo antes de llevarse una mano a la boca. Y quizá, sólo quizá... sintió un poco de remordimiento.

-Mierda.

Mierda, mierda, mierda.

Las piezas del rompecabezas parecían unirse. Oh, Dios, la había jodido en grande. Había metido la pata hasta el fondo y después había ido aún más lejos.

Lo era. Zhan tenía razón al llamarlo imbécil. Era el mayor imbécil de la galaxia.

En la secundaria, Yibo no había sido un ángel. Tampoco un demonio -no para todos. Era más bien una combinación, entre un adolescente asustado de que lo atacaran por su homosexualidad y un idiota que no sabía cuándo estaba hiriendo a las personas. Por supuesto, prefería mantenerse alejado, para disminuir las probabilidades de que algo saliera mal.

Lamentablemente, Zhan nunca ha sabido cómo apartarse.

Rent a Boyfriend [Yizhan] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora