Lo que tal vez no pudo prever Satoru es la repentina confianza que tuvo el rubio en ese momento de soledad. Sintió que su espalda impactó contra una de las paredes y pronto se vio acorralado por otro cuerpo contra esta, su cerebro tardó en procesar un poco, pero cuando lo hizo se sintió nervioso por la inexistente cercanía con Ken.

—... Deberíamos besarnos. — propone sin vergüenza.

— ¿Deberíamos? — pregunta con una pequeña sonrisa.

—Si. Es más, bésame. — ordena cada vez más cerca del otro.

Sus respiraciones se aceleraron, nuevamente esas hormonas crecieron hasta el espacio y no pudieron ocultar más esas ganas que se tienen. Ambos abrieron un poco sus bocas antes de golpear sus cabezas por accidente, se alejaron de golpe del otro y miraron con odio al rubio que había hecho ruido.

—¡¡TAKEMICCHI!! — amenazan los dos enormes chicos que corrieron al pobre chico que los buscaba desesperado.

—¡¡Lo siento!! — suplica entre gruesas lágrimas mientras escapa por su vida.

—VEN QUE NO TE VOY A HACER NADA.

— ¡¿ENTONCES POR QUÉ SOSTIENES UNA PIEDRA?!

Lo bueno, que gracias a la carrera ambos adolescentes llegaron al restaurante con el que quedaron con Mikey. Lo malo, la enorme frustración que cargaban por su beso arruinado. "Otro intento fallido..." pensaron por igual. Mikey se burló de sus rostros cuando se sentaron junto y frente a él, entonces Satoru recordó algo importante cuando vino el mozo.

— ¿Podría traerme un babero? — ese pedido descolocó demasiado al pobre hombre. — Y un exprimido de naranja.

— ¿E-eh? B-bueno...

—Que sean 2. — pide Draken serio.

—¡3! — anima el más pequeño.

Desde lejos, si no los conociera, Takemicchi los podría comparar con dos padres llevando a comer a su hijo. Su intento por ofrecerle ser su guardaespaldas a Draken se vio frustrado al interrumpir tal momento íntimo, ahora entiende por qué Satoru se volvió todo un sádico, su relación con Draken era mucho más íntima que ningún otra y sintió pena porque ese chico cayó completamente en la locura a base de perder a su ser amado. Lo comprende, él mismo pierde la cabeza tratando de salvar a Hina, no quiere ni imaginarse todo lo que pasó el mayor.

— ¡No voy a aceptar esto! — el pánico llegó al viajero del tiempo cuando escuchó el reclamo de Mikey. — ¡No tiene banderita! 

Takemichi entonces quedó aturdido por eso, mucho más al ver la enorme tranquilidad en los más altos "¿Acaso eso no ocasionó la pelea?". No lo notó, pero como ladrón experto, Satoru tomó una de las banderitas del delantal del mesero y al ver que esta era bonita la dejó sobre el menú infantil de su comandante.

—Toma Mikey. 

Lo colores de la bandera venezolana llamaron la atención del comandante, logrando su cometido de hacerlo emocionar por lo linda que es — ¡Ahhhh! ¡Muchas gracias, Satchin!

Todo pasó normal, el último contratiempo fue ver a Mikey dormir literalmente sobre Satoru, pero fuera de eso no hubo ningún otro inconveniente más. El pelinegro se tuvo que encargar de llevar a su comandante en brazos hacia el hospital, liderando el camino a sabiendas de donde quería ir el rubio.

Detrás de ellos, un rubio de grandes ojos celestes se asomaba curioso a ver a los 3 grandes mandos de la Toman andar como si fuesen una familia feliz. El Hanagaki solo sentía lástima por esos dos que en su futuro perdieron a aquel pilar importante, sin Draken, tanto Mikey como Satoru perdían su corazón y eso no podía perdonarse fallar.

𝐏𝐚𝐝𝐫𝐞𝐬 || ᴛʀWhere stories live. Discover now