***


–¿Estás listo? –Wes asomó la cabeza por el umbral de la puerta. Garrett lo miró con aprensión–. ¿Qué sucede? ¿Dudas? –bromeó.

–Por supuesto que no –Garrett se removió, incómodo–. Es solo que... no sé cómo lo hizo.

–¿Qué?

–Casarse. Acudir tan tranquilo, ni siquiera puedo imaginarlo. En su lugar, yo...

–Garrett, estaba medio muerto aquella tarde, así que no me tomes como referencia para cómo debería actuar un novio el día de su boda –Wes sonrió–. Ahora que ya no serás capitán de mi guardia, ¿qué harás?

–¿No lo seré? ¿Por qué?

–Bueno, pensé que podrías tener un cargo diferente.

–¿Cómo cuál? –inquirió, con sospecha.

–Nada extraordinario... algo así como el capitán de la guardia de Nox.

–¿Qué? ¿Yo? ¿Por qué? Ni siquiera soy de Nox.

–Bueno, técnicamente no, pero pronto lo serás, ¿no? Vas a casarte con la hermana de la señora de Nox.

–No lo sé. Debo hablarlo con Candra.

–¡Vaya, ni siquiera estás casado y ya le consultas cosas! –exclamó una voz femenina con diversión. Wes y Garrett giraron y se encontraron con Jordane, quien aparentemente había regresado exclusivamente para la boda. Los hermanos intercambiaron un breve abrazo, mientras Wes los contemplaba con una sonrisa de cariño, nunca olvidaría todo lo que ellos habían hecho por él, por su familia en realidad. Pero, sobre todo, por él, porque sin ellos no creía que hubiera sobrevivido a todos aquellos años.

–Lord Drummond, se ve totalmente recuperado.

–Lo estoy. ¿Cómo estás, Jordane? –Wes se mantuvo a distancia, sin saber si sería adecuado acercarse a ella–. También te ves bien.

–Gracias. Me he divertido... –exclamó, y realmente parecía haberlo hecho. Aunque no podía evitar un dejo de añoranza–. Me han hecho falta, ustedes.

–Bueno, durante muchos años, siempre estábamos juntos –dijo Wes y esta vez abrió los brazos, levemente. Jordane lo estrechó muy rápido y se separó.

–En lugar de un hermano, parecías tener dos, ¿no? –señaló Garrett, con intención.

–Exacto, era insufrible –confirmó Jordane y sonrió–. Me alegra haber vuelto para verte así, Garrett –indicó, observándolo atentamente–. Estás feliz.

–¿Y tú? –preguntó Garrett.

–Lo estaré. De momento, me conformo con estar bien –Jordane apuntó alegremente. Y, como no quedaba mucho tiempo para la boda, se dirigieron al lugar en que se celebraría la ceremonia.


***


Candra apareció con un vestido vaporoso, sencillo y con adornos de flores en su cabello. Lo que más destacaba en ella era la sonrisa que lucía mientras marchaba hacia el encuentro de su esposo. Los votos fueron breves, pero las miradas que intercambiaron dijeron mucho más para todos los presentes, que no eran pocos pues Laraine y Wes habían planteado que se realizara la ceremonia al aire libre, en un lugar que pudieran acudir todos quienes quisieran participar del pueblo de Nox. La idea había sido acogida, de tal manera que incluso muchas personas habían llevado flores para lanzarlas al aire cuando los novios estuvieran pasando junto a ellos.

Había sido una boda muy diferente a aquella de Laraine y Weston, aunque lo que sí fue similar fue el banquete que se celebró al terminar la ceremonia, pues una vez más se ofreció comida a todos quienes los acompañaron de vuelta al Castillo, agradeciendo su presencia e intercambiando buenos deseos. Realmente, se sentía el aire de dicha en Nox, lo que no era común, pero que poco a poco parecía volverse más habitual.

Sin duda el pueblo de Nox estaba viendo un progreso que no habían esperado, pues no solo tenían una señora entregada a su trabajo, que contaba con un compañero que era tan capaz como ella, sino que esa misma conexión familiar de Weston había hecho que algunas de las técnicas de cultivo que se estudiaban y usaban en Savoir fueran implementadas en Nox, lo que había hecho que las cosechas ese año fueran mejores, abundantes y en general habían llenado de optimismo a los que en otro tiempo habían sido personas y circunstancias grises.

Esos días todo se sentía mejor, luminoso y lleno de vida. Fueran días de sol o lluvia, todos los recibían con agradecimiento.

Jordane Saint-Clair se quedó una hora en el Castillo y luego salió a dar un paseo, pues se sentía un poco asfixiada con la celebración. No creía que fuera la presencia de Wes, al menos no del todo, sino que realmente era lo que había dicho. Nunca más serían los tres, juntos contra el mundo. Ahora ella estaba sola... pero no le pesaba. No aún.

Antes de ser del todo consciente, supo que ya no se encontraba sola. Siguió caminando, pero aminoró el paso hasta que Arley se puso a su lado.

–Así que volviste por la boda –Arley inquirió, dado que Jordane no decía nada.

–Sí.

–¿De verdad?

–Es la boda de mi hermano. Mi único hermano –apuntó, encogiéndose de hombros–. No apruebo la elección, pero ¿quién soy yo para decir nada?

–¿Por qué no la apruebas?

–¿En serio? –Jordane preguntó, con voz burlona–. No es como si tú estuvieras saltando de felicidad ante lo sucedido.

–Quiero que Candra sea feliz –dijo Arley, aunque en su tono se escuchaba un deje de tristeza.

–Supongo que también quiero que lo sea mi hermano –Jordane suspiró–. Parecía que lo era.

–Cómo puedes saber eso es un misterio para mí. Su expresión no revelaba nada.

–Es porque no lo conoces. Luego, Garrett es fácil de leer.

–A diferencia de ti.

–¿Quieres decir que soy inexpresiva?

–Al contrario. Expresas tanto que es difícil saber cuál es la emoción real.

–Ah... –Jordane miró a su alrededor– este bosque es una de las pocas cosas que extraño de Nox.

–¿Solo eso? –Arley negó lentamente ante su falta de respuesta–. ¿Vuelves a Savoir?

–Quizá... o no. Estaba pensando ir a Artem.

–¿Artem? –Arley asintió–. Cierto, dijiste que de ahí provienes.

–Sí, a diferencia de ti, vengo de un lugar –sonrió ampliamente–. ¿Por qué? ¿Quieres venir?

–¿Debería?

–No lo sé –Jordane se colgó de su brazo–. Podrías.

–Podría –asintió Arley, dejando vagar la mirada. Podía. Después de todo, Artem estaba lo suficientemente apartado del lugar al que no quería volver jamás.

–¿Mencioné que el regente de Artem es pariente mío? –soltó casualmente Jordane. Arley la miró, estupefacto–. ¿No? Bueno, prepárate, vamos a tener grandes aventuras allá. O eso quiero creer.

Arley ladeó el rostro, sonrió en dirección a Jordane y tomó su decisión. Artem sería su siguiente destino.

–Confío en que así será, pequeño demonio –musitó aun sonriendo.


**Aquí el capítulo final. ¿Qué les pareció? Solo nos queda el Epílogo...**

Cuatro Momentos (Drummond #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora